Hardware libre para una sociedad libre

Pillku.org

En 2004, Eben Moglen dio una charla en Alemania para el evento “Wizards of OS”, llamada “Los pensamientos son libres” (“Die Gedanken Sind Frei”). Mientras los años pasan, la charla se convierte cada vez más en una referencia indiscutible para entender los problemas que enfrenta el movimiento de software libre en su conjunto.

En esa charla, Moglen habló de la necesidad de construir “software libre, hardware libre, cultura libre y espectro libre” como parte esencial de la lucha por la libertad de pensamiento. Precisamente a ese segundo concepto el hardware libre está dedicado este número de la Pillku.

¿Qué es el hardware libre? ¿Es acaso lo mismo que el software libre, sólo que aplicado a los aparatos? Y lo más importante: ¿cuál es la potencia a futuro de estos desarrollos?

El hardware libre o hardware de especificaciones abiertas es aquel hardware cuyos diagramas, planos y diseños lógicos están disponibles de forma pública y gratuita para que otras personas puedan replicar los diseños. Aunque la mayoría de los proyectos de hardware libre hayan visto la luz recién a comienzos de este siglo (como Arduino, OpenCores, RepRap), lo cierto es que el concepto de “hazlo tú mismo” no es nuevo y puede rastrearse con facilidad hasta la década del ’70, con aquellos manuales de electrónica popular que le enseñaban a los chicos a construir sus propias plaquetas con algunos elementos caseros como marcadores y plástico.

Tampoco son nuevos los conceptos que alientan el hardware libre: fabricación local, soberanía e independencia tecnológica, libertad para controlar los dispositivos por donde circula nuestra información, todo esto como componentes esenciales del ejercicio de la libertad de expresión. Cualquier reminiscencia de los principales teorícos de la filosofía de la ciencia de América Latina de la década de los ’60 es, en efecto, una coincidencia. Tal como expresaba Moglen,

Revolución práctica, los amigos y colegas con quienes he estado trabajando durante los últimos 20 años lo han demostrado, la revolución práctica se basa en dos cosas: prueba de concepto y código funcionando. Es decir: hazlo primero y permite que las consecuencias de lo que se ha hecho se establezcan. La tecnología, a diferencia del flujo histórico hegeliano o marxista, la tecnología en sí es irreversible. La tecnología que tenemos es nuestra no un sueño nos pertenece: funciona, la usamos.

Tras ser puestas como las herramientas de nuestra liberación, ahora es nuestro privilegio usarlas para cambiar el mundo que nos rodea. Ese es nuestro especial rol en la larga historia de la lucha por la libertad de pensamiento. Las condiciones que produjeron esta inusual situación, una revolución basada, no en sueños acerca de lo que podría ser, sino en el reconocimiento de todas las implicaciones de lo que es.

Una revolución práctica que se aleja de estas ideas tan modernas que pregonan que los tomates ya vienen en cajas de telgopor y envasados en plástico. Al contrario, los proyectos de hardware libre presentados en esta edición de la Pillku (son muchos los que, sin embargo, dejamos afuera) se alejan de lo que se puede comprar en una caja cerrada en un supermercado y permiten rastrear la historia de las cosas. En muchos sentidos, el desarrollo del hardware libre no se propone competir a nivel industrial, porque se aleja de las economías de escala para volver la mirada hacia la comunidad local; en otras palabras, colaboradores globales diseñando, diagramando y programando firmware, y desarrolladores locales adaptando estas máquinas a su comunidad, y construyéndolas en sus comunidades, con componentes que pueden encontrarse a menos de treinta cuadras de distancia.

Lo más importante de estos proyectos, al igual que en el caso del software libre, es la comunidad que los sostiene, como decía Santiago de MakerSpace (Chile):

Makerspace es en esencia un hackerspace, que hay muchos en el mundo ya. La definición de “hackerspace” es un proyecto colaborativo, por un lado, lo más evidente. Son muchas máquinas de prototipo rápido. La idea es que vos puedas hacer cualquier cosa, desde cortadoras láser hasta ruteadoras de CNC. Podés fabricar cualquier cosa, pero eso es lo mas evidente. Lo que no es tan evidente, y es lo más importante, es la comunidad. La comunidad interdisciplinaria donde llegan artistas, ingenieros, inventores en general, y convergen en este espacio en común, y dentro de esa mezcla surgen proyectos. Y esos proyectos de alguna manera son el producto finalmente de este lugar, y reflejan ese espíritu, esa filosofía. Son productos innovadores, son productos que pueden ser una ejecución artística o puede ser un producto tecnológico, pero tienen en común que fueron creados en este ambiente multidisciplinario.

Tienen en común, además, que paulatinamente se alejan de los dictados de las empresas para adquirir sus aparatos, como dice Mateo Carabajal (Proyecto Drawdio, Tucumán):

Ya esta surgiendo gente haciendo cosas en su casa. Cada vez más son la suma de todos estos proyectos, gente que toma estos proyectos y los mezcla, los mezcla como les place… Eso antes no existía, la novedad bajaba de las empresas, no había esta libertad para reinterpretar. La gente puede conocer, reinterpretar estos circuitos, reelaborarlos y hacerlo a tu manera, la que a vos te interesan, y no depender de que Casio te baje el último modelo. Vos podes armar tu propio aparato sonoro sin necesidad de recurrir a estas grandes marcas.

Detrás del hardware libre existen conceptos que, llevados a la práctica, pueden implicar verdaderas revoluciones en el modo de producir, distribuir y consumir los aparatos de nuestra vida cotidiana. En palabras de Moglen:

El Hardware Libre es esencialmente un llanto conservador. Significa: mantener la ocupación militar de la red. Mantener al hardware obedeciendo a Mr. Eisner en lugar de a la persona que lo compró. Asegurarse de que el hardware responde a la gente al cual le pertenece, no a la gente que envía cadenas de bits a través del mismo. La guerra por el hardware libre será brusca, corta e inevitablemente exitosa, pero tenemos que pelear por eso. Hay fuerzas en nuestras sociedades que creen que sólo si cada dispositivo electrónico se encuentra bajo su control su modelo de negocios es seguro. Están en lo correcto. [Aplausos] Dejando los dispositivos en sus manos, ellos reharían la red en aquel molde para proteger sus negocios. Pero no dejaremos que ellos posean los dispositivos. Tenemos los dispositivos y nos pertenecen. Entonces, nuestro objetivo es conservar la propiedad de la red, que está hecha por cosas que hemos comprado, hemos instalado, que nosotros poseemos, y que responden a nuestros requerimientos, no a las exigencias de algún tercero que tiene una película temporariamente moviéndose entre ellos.

Vamos a ganar esa lucha y vamos a tener poco que mostrar acerca de ello, más allá de lo que ya tenemos. Sin embargo tenemos que hacerlo.

Dejar una respuesta