Consideraciones políticas versus FOSS

Eduardo Hernández Requejo

El movimiento que promueve el uso del FOSS (Free and Open Source Software) tiene como objetivo primario la lucha contra los aspectos restrictivos del copyright. Hasta ahora, esta había sido la arista más visible del conflicto. Sin embargo, el uso del conocimiento como poder, a partir de consideraciones políticas, se ha revelado como un nuevo y poderoso adversario.

En febrero de 1986, la Free Software Fundation (FSF) publicó en el volumen 1 del GNU´s Bulletin, la primera definición formal de software libre. Esta postula que el software es libre si las personas que lo utilizan poseen cuatro libertades consideradas básicas:

  1. La libertad de ejecutar el programa, para cualquier propósito.
  2. La libertad de estudiar cómo trabaja el programa, y cambiarlo para que haga lo que el usuario quiera.
  3. La libertad de redistribuir copias.
  4. La libertad de distribuir copias de sus versiones modificadas a terceros.

Los creadores del proyecto que se abría con el planteo de las cuatro libertades básicas lo concibieron considerando un entorno ideal para su realización. Esta región ideal parte de la intangibilidad y facilidad de copia que posee la información en la actual era digital. La idea de intangibilidad se vio reforzada por el advenimiento de Internet, donde la geografía y el concepto de jurisdicción parecen haberse diluido en una red global de transferencia de información. La facilidad con que se produce este intercambio en la red ha generado la sensación de una Internet libre.

Asociado a la idea del entorno ideal funciona el concepto de copyleft. Juntos conforman la base de las estrategias de lucha del movimiento. El copyleft provee un marco legal y protegido para un libre intercambio de información. La FSF, secundada luego por otras organizaciones, desarrolló esta noción que preserva las cuatro libertades básicas en las obras libres, adicionando la condición de que las modificaciones derivadas de ellas posean la misma libertad de uso. Una serie de licencias, comenzando por la GNU General Public License (GPL), han sido creadas bajo este esquema. La GPL en particular ha servido de base para demandas legales como “Progress Software Corporation vs MySQL AB” en el 2002 en los EEUU, “Harald Welte vs Sitecom” en el 2004 en Alemania y “FSF vs Cisco Systems” en el 2008 en los EEUU.

Sin embargo, varios hechos amenazan los pilares de este movimiento. En enero del 2010, el sitio Sourceforge.net, uno de los mayores repositorios de software libre en Internet, bloqueó el acceso a países incluidos en la lista de sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, siglas en inglés), una agencia adscrita al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Esta lista incluye a un grupo de países sancionados económicamente al estar, según el gobierno de los EEUU, implicados en el terrorismo, narcotráfico, proliferación de armas de destrucción masiva y otras acciones consideradas amenazas a la seguridad nacional. Los usuarios de Cuba, Siria, Irán, Sudán y Corea del Norte están imposibilitados de usar este sitio, como explícitamente disponen sus términos de uso. En el caso de Cuba, este hecho se suma al bloqueo económico y comercial que el gobierno de los Estados Unidos mantiene sobre la Isla desde hace más de 50 años. El impacto negativo que la acción de Sourceforge supone en las comunidades de FOSS de esos países es considerable y significa un golpe directo a la ideología que anima a este movimiento, sentando un funesto precedente.

Como confirmación, el 19 de junio de este año Google decidió bloquear el acceso a Google Analytics, una herramienta libre para el análisis del tráfico en la red, a usuarios de Cuba, Birmania, Irán, Sudán y Corea del Norte. La justificación aducida por Google fue que como empresa norteamericana debían seguir las regulaciones de la OFAC y su lista de marras.

A partir de la contradicción con las libertades básicas 0 (la libertad de ejecutar el programa, para cualquier propósito) y 3 (la libertad de distribuir copias de sus versiones modificadas a terceros) que estas acciones presuponen, ellas marcan un punto de inflexión en el desarrollo del FOSS. Por primera vez se presentan choques directos entre las cuatro libertades y las acciones de un gobierno. Las consideraciones políticas y el uso del conocimiento como fuente de poder y elemento de presión se imponen sobre la ideología del movimiento por el FOSS.

La misma Sourceforge no puede ser más explícita:
bq). “(…) aparte de participar en la comunidad de software libre, también vivimos en el mundo real y somos gobernados por las leyes del país en el cual nos encontramos. Nuestra obligación de seguir estas leyes supera cualquier deseo que podamos tener de hacer nuestra comunidad tan inclusiva como sea posible (…)”.

Al reconocerse la jurisdicción de un gobierno sobre una porción de la red, a partir de la situación geográfica de los servidores, se da un golpe irreversible a la noción de Internet libre. La contradicción potencial entre el concepto utópico de Internet como ente intangible y la posibilidad de corporizarlo y parcelarlo ha acabado por aflorar. A partir de ahora, puede predecirse una cada vez más progresiva tendencia a la delimitación territorial de la red, lo que eventualmente pudiera amenazar su existencia. Más allá de los cuestionamientos sobre la supuesta vigencia de las cuatro libertades y el modelo de copyleft, de continuar esta tendencia lo que pudiera estar en duda es la vigencia del movimiento entero.

El movimiento que promueve el FOSS está obligado a responder a la nueva situación creada, o corre el riesgo de quedarse obsoleto. Entre el rango de respuestas pudieran incluirse el crear nuevas formas de legislación, que incluyan la protección a las 4 libertades, crear formas de burlar los bloqueos por parte de los sitios o, en una solución mas radical, crear una nueva red de intercambio de información libre, a semejanza de Internet. Si a pesar de todo, el movimiento por el FOSS falla en reconocer las nuevas circunstancias y no reestructura su estrategia, empezará a debilitarse.

Agosto del 2012.

Sobre el autor. Eduardo Hernández Requejo. Originario de Camagüey, Cuba. Licenciado en Ciencias Alimentarias por la Universidad de Camagüey y Diplomado en Marxismo por la Facultad de Humanidades de la misma universidad. Escribe principalmente sobre temas relacionados con el problema del conocimiento, especialmente sobre sus implicaciones en la contemporaneidad.

Dejar una respuesta