Berta por siempre
San Hoerth
Sangre de mártires, semillas de libertad
El dolor y la angustia se instalaron desde el 3 de marzo. No he podido quitarme a Berta de la cabeza. Los primeros días fueron muy difíciles, infinitamente tristes. Poco a poco se fue abriendo paso el mensaje y la fuerza que Berta transmitía. Tampoco he podido dejar de pensar en Gustavo, en la situación de riesgo y vulnerabilidad en la que se encuentra. En el calvario que debe estar viviendo luego de ver cómo asesinaban a su hermana y amiga. Los ojos se llenan de lágrimas. La rabia vuelve una y otra vez.
La totalidad de la dimensión política del asesinato de Berta Cáceres seguirá siendo difícil de ver, ya que pasarán años antes de hacer las lecturas correctas, iluminadas con los acontecimientos futuros que este asesinato desatará. Sin embargo, recordar a Berta como una persona de carne y hueso, que caminó junto a muchas y muchos los senderos de una nueva humanidad me parece muy oportuno, porque ayuda a mantenerla en la memoria como lo que fue: una persona muy cercana, decidida, con una sonrisa increíble, un espíritu valiente. Una guerrera lenca, llena de humilidad y compromiso.
Tuve la oportunidad de conocerla hace muchos años, en un foro de lucha continental contra el área de libre comercio de las Américas. En ese encuentro conocí mucha gente, que con el correr del tiempo, algunas se convirtieron en mis principales referentes y con quién también desarrollé amistades fraternas y revolucionarias que perduran hasta hoy en día.
Me tocó conocerla fuera de Honduras para llegar a colaborar un día con el COPINH. Recuerdo que llegué sólo a La Esperanza, allí me encontraría con otras personas. Berta me recibió en su casa. Conocí a su madre, sus hijos (Laura y Tomás), al COPINH. En ese momento, yo sentía una emoción tan grande. Estaba muy agradecido porque para mi era alguien que iluminaba. No la idealizaba, de hecho me impresionaba mucho su sencillez y humilidad y su forma de coordinar el COPINH. Su casa, su vida, su pueblo. Todo era tan sencillo y humilde. Intibucá fue para mi una experiencia conmovedora. Mi relación con ese lugar cambió mi forma de ver el mundo y la vida.
Estaba muy agradecido porque para mi era alguien que iluminaba. No la idealizaba, de hecho me impresionaba mucho su sencillez y humilidad y su forma de coordinar el COPINH.
Recuerdo caminar por esas calles de barro y polvo con Berta. En esos momentos de tranquilidad, cuando todavía había tiempo para los pequeños detalles de la vida. Un día cómo el que tomé la foto de Berta en el centro de Intibucá y ella justo sacó la lengua. Días hermosos, yo estaba todo el tiempo con el corazón a flor de piel. Aprendiendo, escuchando, mirando… alucinado por esa realidad tan diferente que era Intibucá, La Esperanza, COPINH, su lucha.
Recuerdo las noches estrelladas de Utopía, el centro cultural del COPINH en la montaña. Recuerdo todo lo que viví allá. Esas noches alrededor de la fogata, gritando consignas, debatiendo ideas. Pero sobre todo, tengo ese recuerdo tan especial de su presencia. ¿Era el fuego el que nos daba calor? ¿O era Berta?
Berta fue una mujer impresionante. Ella tocó el corazón, la vida de mucha gente, incluyendo la mia, con su mensaje, con su lucha. Se entregó por completo a su causa, política sobre todo, porque ella sabía muy bien el tipo de Honduras y de Latinoamérica que quería construir. Así trabajó hacia lo interno pero sin olvidar la lucha continental. Una persona clara en su discurso, transparente, siempre par: nunca se subía al pedestal, hablaba y compartía desde el llano. Compartía con todos y todas. Se sentaba a hablar, te dedicaba tiempo. Te miraba.
Realmente era increíble, se hacía querer rápidamente. Yo desarrollé un cariño por ella muy especial. Un día estaba en Chiapas con la compañera Nieves conversando sobre Berta. Y le digo: “¿sabes qué? Yo admiro políticamente a Berta, eso está claro. Pero además de eso, la quiero. Es tan buena gente, tan natural, que desarrollé un sentimiento de afecto con ella”. Nieves se quedó pensando un rato y me respondió: “¿sabés qué? ¡Dícelo!, pues estoy segura que para ella no es común que la gente que la admira le diga que la quiere”.
Esa idea me quedó en la cabeza dando vueltas hasta que me tocó regresar a Intibucá para una actividad con el COPINH. La última noche del encuentro hubo fiesta y baile. Ahí ya más relajados del día, aproveché que estaba hablando con Berta y le dije: “Berta, quiero decirte algo. Vos sabés que yo te admiro mucho. Y también quiero que sepas que te quiero mucho y que agradezco mucho haberte conocido y compartir contigo”. Me miró con esa mirada brillante que tenía, como si fuera una amiga de toda la vida —había esa naturalidad en ella— se río y nos dimos un abrazo. Yo quedé feliz, y hoy recuerdo ese día y le agradezco a Nieves que me haya desafiado a decirle a Berta eso. A Nieves justamente, compañera de Gustavo, que es también otro gran luchador y para mi un gran amigo, que hoy pasa los momentos más difíciles de su vida, alejado de su familia, y sin poder salir de Honduras, un hecho gravísimo que vulnera sus derechos.
¿Era el fuego el que nos daba calor? ¿O era Berta?
Tuve la inmensa oportunidad de conocer a Berta Cáceres, de compartir momentos de la vida con ella, de compartir su lucha, su esperanza. Y me parece que lo importante junto a exigir Justicia para Berta y Seguridad para Gustavo, es interiorizar su lucha. Berta fue extraodrinaria en su dimensión humana y política, Berta jamás fue una caudilla, fue una más del pueblo siempre, acaso Berta también puede representar eso, las nuevas tipos de líderes, ella era un nodo muy fuerte de un tejido red, y siempre buscaba que hayas más nodos porque entendía que así era posible cambiar su país y el continente entero.
Berta nos deja la semilla de que es posible luchar y debemos prepararnos para la batalla. Porque no podemos dejar que los poderes que nos quieren oprimidxs y dominadxs avancen sobre nuestras conquistas sociales.
Con tu ejemplo compañera Berta, seguiremos adelante para defender a capa y espada la justicia, la igualdad, la dignidad, y la naturaleza.
Gracias Berta Cáceres por tu vida y tu lucha. No te olvidamos, no perdonamos, no nos rendimos.
#Justicia para Berta
#Seguridad para Gustavo
Qué viva el COPINH, qué viva Honduras, qué viva Latinoamérica Unida.
Hasta siempre compañera.