AlterMundi y las redes comunitarias, historia y perspectivas

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¿Cómo comenzaste a trabajar en la problemática de las Redes Libres?

Comencé a dar forma a la idea de AlterMundi allá por el 2002, cuando empezando a trabajar en relación a las ecoaldeas, tecnologías apropiadas, sistemas de intercambio local, software libre, cooperativismo, comercio justo y otras iniciativas aparentemente desconectadas entre sí, tuve una epifanía muy simple: lo que tenían en común era que todas ponían el acento en la colaboración entre pares, en oposición al modelo de lo concentrado. Asumí entonces una especie de misión, que sigue siendo hoy el corazón de AlterMundi: promover la materialización de un paradigma basado en la libertad construida desde la colaboración entre pares.

Participé durante algunos años en eventos, dando charlas en diversos círculos, alertando sobre la importancia de distinguir estos dos paradigmas en sus múltiples facetas, identificando claramente a quienes están del otro lado: Microsoft, Monsanto, Walmart, JP Morgan Chase, Clarín o Barric Gold, por dar algunos ejemplos conocidos, pero también a quienes están de Este lado, trabajando por el software libre, la soberanía alimentaria, el comercio justo, las economías locales solidarias, los medios de comunicación populares y alternativos o el cuidado colectivo de los bienes comunes, tangibles e intangibles.

En esta tarea comprendí que lo urgente es aprender a identificar y habitar la lucha de los otros, sin importar sus áreas de militancia, entendiendo que es un modo de hacer y de pensar lo que nos une y que sólo consiguiendo articular e integrar nuestras propuestas podemos alcanzar una instancia realmente superadora de este paradigma deshumanizante que ha sido globalizado por un poder concentrado cuyos actores operan en perfecta coordinación, armados de su maquinaria de desinformación y homogeneización hacia un pensamiento único autovalidado.

La comunicación entre las personas, desde el enfoque de las redes libres comunitarias, se manifestó como una herramienta fundamental en ese camino.
Como Asociación Civil, AlterMundi comienza a formalizarse recién en 2012, a partir de nuestra participación en el diseño del proyecto Arraigo Digital (dentro de la órbita del Ministerio de Educación de la Nación) y desde entonces nuestra tarea cotidiana ha estado principalmente enfocada en las redes comunitarias para pequeñas poblaciones.

¿En qué consiste una Red Libre? ¿Cuáles son sus objetivos?

Hay múltiples definiciones y por el momento no hay verdadero consenso al respecto. Desde AlterMundi hacemos una distinción clara entre lo que entendemos por Red Libre y por Red Comunitaria.

Decimos que una Red Libre tiene estas características:

  • libre uso: puede ser utilizada por sus participantes para ofrecer y recibir cualquier tipo de servicio que no afecte su buen funcionamiento
  • neutralidad: no inspecciona ni modifica los flujos de datos dentro de la red más allá de lo necesario para su operación
  • libre interconexión: permite, de forma libre y gratuita, el flujo de datos con otras redes que respeten las mismas condiciones
  • libre tránsito: provee a otras redes libres acceso a las redes con las que mantiene acuerdos voluntarios de libre interconexión.

Si bien el diseño de Internet desde sus inicios se parecía bastante a un conjunto de redes libres interconectadas (en los términos que enunciamos), el escenario es muy diferente desde que las redes comerciales controlan globalmente la porción dominante de la infraestructura.

Hoy en día los operadores con más presencia en una región cobran muchas veces cifras exhorbitantes a los operadores más pequeños o a las redes académicas y públicas por convenios de interconexión o de tránsito.

Esta Internet organizada bajo criterios económicos, impuestos por quienes más infraestructura concentran y controlan, afecta el buen aprovechamiento de los recursos existentes. La información hoy no circula por los caminos técnicamente óptimos, sino por los que los acuerdos comerciales habilitan.

Un mensaje enviado por un usuario en Buenos Aires a un amigo en Córdoba puede llegar a viajar hasta Miami para luego volver al país antes de llegar a su destino. Esto ocurre porque el tránsito de información entre las redes de nuestro país no es siempre libre y por lo tanto para muchas empresas resulta más económico contratar estas rutas internacionales que pagarles a las empresas hegemónicas locales para utilizar los caminos más cortos.

El gran objetivo de las redes libres, como las entendemos desde AlterMundi, sería entonces devolver el sentido común a la estructura de Internet, permitiendo la libre circulación de la información, aprovechando al máximo la infraestructura y nivelando la cancha para que las medianas y pequeñas redes, ya sean privadas, públicas o comunitarias no paguen peaje a los grandes operadores y puedan entonces desplegarse con más facilidad en zonas donde hoy los servicios de Internet que conocemos son económicamente inviables para un nivel de prestación aceptable.

Es en este terreno que las redes comunitarias, como una expresión particular de las redes libres, juegan un rol fundamental.

Una Red Comunitaria es una Red Libre en la que, además de las características ya enunciadas, se presentan otras:

  • propiedad colectiva: su infraestructura es propiedad de la comunidad que la despliega;
  • gestión social: la red es gestionada por la misma comunidad;
  • diseño accesible: la información sobre cómo funciona la red y sus componentes es pública y accesible;
  • participación abierta: cualquiera puede extender la red, respetando su diseño y sus principios.

En este tipo de redes, el aspecto social es fundamental. Las mismas personas que usan la red la construyen asistiéndose mutuamente y es compromiso de todas que la red se mantenga saludable y que pueda crecer para cubrir las necesidades de cada una.
La misión de las redes comunitarias puede variar de un sitio a otro, pero en general tienden a empoderar al pueblo en el uso y comprensión de la tecnología y a promover un acceso más inclusivo a los recursos digitales, locales y externos.

Desde AlterMundi, si bien internacionalmente colaboramos y nos articulamos con organizaciones que trabajan con modelos mixtos de redes libres y redes puramente comunitarias, en el terreno nos especializamos en estas últimas. Nuestro trabajo se centra principalmente en el desarrollo de un modelo de red específicamente adaptado a la realidad de pequeñas poblaciones digitalmente excluidas por el modelo comercial tradicional.

En su aspecto técnico, ¿qué herramientas se necesitan para crear una Red Comunitaria? ¿cualquiera puede hacerlo?

En cuanto al hardware, es decir la parte física, se puede crear una red comunitaria con elementos usualmente disponibles en comercios de informática, algunas pocas herramientas, materiales simples y creatividad.

Existen muchas formas de hacer redes comunitarias y hay experiencias diversas en todo el mundo. En cada lugar los costos, el diseño y la complejidad de las estrategias adoptadas varía según las condiciones.

Nosotros decidimos enfocarnos en la realidad latinoamericana y desarrollamos un modelo de red al que llamamos MiniMaxi, que intenta maximizar las prestaciones y la facilidad de despliegue pero manteniendo al mínimo los costos y los requerimientos de conocimientos específicos previos. Apuntamos a que estas redes puedan ser creadas y mantenidas en cualquier pequeño pueblo por personas sin experiencia en el tema.
En el caso de las redes que acompañamos desde AlterMundi, para tareas que puedan ser más complejas, como por ejemplo el diagnóstico de algún problema inédito en la red, la asociación presta soporte a distancia y, cuando es necesario, in situ.

El modelo de red MiniMaxi se compone de:

  • una referencia de hardware que comprende tanto el router y las antenas a utilizar como los materiales para la adaptación a la intemperie y la instalación
  • un firmware (sistema operativo) para instalar en los routers, que permite su auto-configuración
  • un número de herramientas de software necesarias para la personalización y el monitoreo de estado de la red

Este modelo fue adoptado total o parcialmente por proyectos de redes comunitarias en diferentes regiones y países. En Argentina, donde es más utilizado, las zonas donde se despliegan las redes más grandes son el Delta de Tigre en Buenos Aires y el Valle de Paravachasca en Córdoba.

¿Qué experiencias rescatarían como ejemplo en nuestro país y en el mundo?

En el mundo, guifi.net es la red libre por antonomasia. Con sus más de 25.000 nodos activos cubre una importante porción de Cataluña y se extiende a diferentes ciudades y regiones de la Península Ibérica. Es la primera red libre que experimenta con despliegue propio de fibra óptica a mediana escala y forma parte del “punto neutro” de Cataluña, el CATNIX (lugar donde convergen las redes de la región).

Otros ejemplos relevantes en Europa, el continente con más desarrollo en este tema, son Freifunk en Alemania, Funkfeuer en Austria, Ninux en Italia, AWMN en Grecia y la Federación de ISPs sin fin de lucro (FFDN) en Francia. En América del Norte, entre otros existen: Kansas City Freedom Network, People’s Open Network en California y Réseau Libre en Montreal. En Sudáfrica es muy conocido el trabajo de VillageTelco, que tiene un enfoque hacia la telefonía IP.

En América Latina hay proyectos de redes comunitarias en diferentes países. Nosotros tenemos contacto principalmente con gente de Colombia, Argentina y Brasil, donde nuestros desarrollos fueron más adoptados.

En Argentina existen proyectos históricos como BuenosAiresLibre en la ciudad de Buenos Aires, o LUGRo-Mesh en Rosario y una nueva camada de redes MiniMaxi: QuintanaLibre, AnisacateLibre, LaSerranitaLibre, NonoLibre y DeltaLibre. También el INTI trabaja desde hace algunos años investigando la viabilidad de este tipo de redes para su despliegue en zonas donde otros modelos no han resultado.

Un caso que seguramente resultará paradigmático en los próximos años es el de NonoLibre, en el valle de Traslasierra, donde la fuerza con la que empezó el pueblo a hacerse cargo de su propia red luego de un taller intensivo de una semana, no tiene precedentes.

Otra experiencia que resulta digna de mención es la interacción que se ha conseguido entre las redes del Valle de Paravachasca con la Universidad Nacional de Córdoba, a través del Laboratorio de Redes y Comunicación y de la Prosecretaría Informática. Desde este año, gracias a un enlace propio de 50Km, las redes comunitarias han establecido interconexión con la red de la Universidad. La UNC, aparte de comenzar a fomentar la investigación y el estudio académico de este tipo de redes, también se ha ido estableciendo como un importante centro de convergencia de las redes regionales, alojando tanto al NAP de CABASE en Córdoba como al futuro nodo de Arsat.
Para nuestras redes comunitarias, lograr este tipo de interconexiones representa un grado de madurez que no se había conseguido previamente en el país y me animaría a decir en el continente.

¿QuintanaLibre es una creación suya? ¿De qué se trata y cómo está implementada?

QuintanaLibre fue la primera red en utilizar el modelo MiniMaxi. De hecho fue y de alguna manera sigue siendo una red-laboratorio, donde permanentemente ponemos a prueba nuevos diseños, tanto de antenas como de equipamiento pero principalmente de software.

Nació a inicios del 2012 como una puesta a prueba del diseño que hicimos para Arraigo Digital pero sabiendo que su despliegue venía a resolver una deficiencia muy importante de alternativas de comunicación en el pueblo.

José de la Quintana es un pueblito serrano, con muy baja densidad de población, que tampoco es destino turístico y por lo tanto para las empresas tradicionales es muy poco atractivo como mercado. Los celulares sólo funcionan en las lomas altas y hay muy pocas líneas de telefonía fija, que están más tiempo fuera de servicio que funcionando. Los proveedores de Internet (inalámbrica) existentes antes de la llegada de QuintanaLibre ofrecían conexiones de 512Kbps (“medio mega”) a quienes tenían la suerte de tener visibilidad con sus torres, por valores inaccesibles para mucha gente.

Hoy en día contamos, gracias a la UNC y a la empresa Silica Networks, con un enlace propio dedicado de 20Mbps (veinte “megas”) simétricos, que se distribuye entre más de cuarenta familias, a las que se suma también la escuela secundaria, la radio comunitaria y los espacios públicos del pueblo, donde es muy común ver chicos usando la red con sus netbooks de Conectar Igualdad. La situación de conectividad hoy es comparable a la de ciudades medianas, por unos costos ínfimos que socializamos para mantener en funcionamiento la red.

Pero la conectividad con Internet no es lo único que posibilita QuintanaLibre; sus servicios locales, que dependen exclusivamente de la infraestructura propia, también son importantes. Contamos con un portal del pueblo donde todos pueden publicar información e inclusive clasificados. También tenemos un servicio interno de chat, independiente de redes externas, que al igual que el servicio de llamadas de Voz sobre IP (en experimentación) nos permite conectarnos entre vecinos de manera fluída. La Radio FM del pueblo aprovecha la red para hacer transmisión en vivo de su programación, tanto a la red local como a Internet.

En cuanto al aspecto técnico, la red es de tipo mesh (en malla), utiliza equipos multi-banda (2.4Ghz y 5Ghz en simultáneo), con antenas que fabricamos localmente. Los routers son adaptados para la intemperie, se les instala el software desarrollado por AlterMundi y se colocan en los techos de las casas. El firmware que instalamos: AlterMesh, permite la auto-configuración de los equipos de manera que al arrancar el nodo ya “sabe” como participar de la mesh. Para el enrutamiento utilizamos el protocolo batman-advanced, que permite que todo el pueblo funcione como una gran red local, lo que facilita la implementación de servicios y compartir contenidos. Sumando a esto el despliegue de IPv6 en nodos y dispositivos finales, la red permite publicar de manera transparente, desde cualquier computadora o celular, servicios y contenidos tanto en su interior como al exterior.

¿Cuáles son los riesgos (en cuanto a seguridad informática) que puede tener una Red Comunitaria?

Los riesgos de sufrir ataques informáticos en una red libre no difieren particularmente de los riesgos que afrontan otros tipos de redes ya que las tecnologías utilizadas son básicamente las mismas. Puede haber vulnerabilidades específicas que tengan que ver con componentes más experimentales, como por ejemplo protocolos de enrutamiento dinámico. No tenemos noticia de ninguna red comunitaria donde la seguridad se haya convertido en un problema.

El hecho de que la red permita con más facilidad a las personas ofrecer servicios y compartir contenidos, genera también una conciencia diferente sobre el uso de la red y de sus dispositivos. Creemos que esta toma de conciencia es positiva también en relación a la seguridad.

¿Cuáles son los obstáculos más sobresalientes para la multiplicación de las redes comunitarias en nuestra región?

Más allá de los desafíos típicos relacionados a la dinámica social, las estrategias de transferencia de conocimiento y las problemáticas económicas típicas de las poblaciones pequeñas donde se despliegan estas redes comunitarias, la región sufre otros problemas estructurales en cuanto al acceso a la red global.

En nuestro país, como en el resto de Latinoamérica y en general en los países que no son históricamente centrales en el desarrollo de Internet, la principal dificultad para cualquier intento de democratización del acceso a la vida digital es el “impuesto al más débil” que pagamos cuando queremos comprar ancho de banda dedicado, para conectar estas redes al resto de Internet. Para dar una idea de la dimensión de este problema basta un ejemplo: en el Punto Neutro (Internet Exchange) de Cataluña, se puede comprar 1Gbps, es decir “mil megas por segundo” en vocabulario coloquial, por un valor mensual de u$s 780. En la Argentina, aún con los esfuerzos colectivos realizados por los pequeños y medianos operadores nucleados en la Cámara Argentina de Internet, el costo por 1Mbps en un Punto Neutro local ronda los u$s 40. Es decir que 1Gbps costaría unos u$s 40.000 por mes: un 5.100 por ciento (51 veces) más caro que en Europa.

Para entender cómo impacta esto en la democratización del acceso a la red de redes, pensemos que con lo que cuesta comprar 1Gbps durante un mes en Argentina, se podría contratar durante más de 4 años el mismo servicio en Cataluña, que tampoco es la plaza más económica del mundo.

Hoy en día, que en la Argentina los abusos en las diferentes cadenas de valor se han puesto en la mira con una política activa, sería muy positivo que hubiera una evaluación seria sobre los costos reales que afrontan los proveedores mayoristas en esta actividad y sobre todo tomar dimensión de los valores que se manejan en el mundo para desentramar este abuso que sufrimos a manos de un núcleo muy concentrado de empresas multinacionales.

¿Cuál es el vínculo de las Redes Libres con el Software Libre?

Hay una relación muy directa, en particular en lo que nosotros llamamos redes comunitarias, donde una de sus características: “la información sobre cómo funciona la red y sus componente es accesible a todos sus miembros”, estimula a la adopción del Software Libre, en tanto es la única alternativa que hace posible conocer el funcionamiento interno de la red a un nivel más profundo.

La comunidad que trabaja con este tipo de redes suele ser parte de la comunidad de software libre, aunque también hay casos en los que redes comunitarias se despliegan utilizando software privativo.

En el caso de AlterMundi, a partir de nuestra participación en espacios y eventos de la comunidad global, logramos establecer alrededor de nuestros proyectos de software un grupo internacional de desarrollo que nuclea no sólo a gente local sino también de guifi.net (Cataluña), de Eigenlab (Pisa), de Freifunk (Alemania) y de la FNF (Kansas City). Esta convergencia de miradas y voluntades es también novedosa y tenemos gran expectativa puesta en sus resultados. Libre-Mesh y LibreMap son dos proyectos de software libre nacidos de esa sinergia y ya están siendo adoptados por comunidades de diferentes partes del mundo.

¿Existe algún apoyo o vinculación con el Estado en relación a sus proyectos de conectividad?

Hemos colaborado en diferentes oportunidades, con Arraigo Digital (Ministerio de Educación), con la Universidad Nacional de Córdoba y con el INTI, tanto de Buenos Aires como de Córdoba. Sin embargo, a pesar de que hemos conversado con gente del Ministerio de Planificación y de Arsat, no hemos conseguido hasta el momento articular alguna experiencia en conjunto que permita evaluar la complementariedad de estos proyectos de redes comunitarias en pequeñas poblaciones digitalmente excluídas con proyectos como Argentina Conectada, la Red Federal de Fibra Óptica o el plan Pueblos Conectados. En general estos planes están elaborados considerando que exista una contraparte comercial local; ya sea una Pyme, una prestadora municipal o una cooperativa. Pero en los casos donde las redes comunitarias tienen más impacto es justamente allí donde no existen ninguno de estos actores y entonces es la propia red comunitaria la que debería funcionar de contraparte. Para nosotros sería un desafío muy interesante y estamos convencidos de que es necesario apoyar el crecimiento y la puesta en valor de la infraestructura controlada por el Estado, como garante del bien común pero también como sustento de las iniciativas de empoderamiento popular en el mundo de la comunicación, de soberanía tecnológica y de inclusión social a través de la inclusión digital.

Esperamos que con la puesta en funcionamiento del nodo de Arsat en la UNC tengamos oportunidad de interconectar nuestras redes y quizás eso acerque la posibilidad de que desde el Estado también se comiencen a adoptar los principios de las redes libres, de la misma manera que hoy se impulsa el software libre con HuayraLinux (dentro de Conectar Igualdad), algo impensable sólo unos pocos años atrás.

El reconocimiento a las redes comunitarias en el nuevo proyecto de ley Argentina Digital, que establece su “fomento y resguardo”, es una novedad muy importante. Es la primera vez que se reconoce en el marco legal que regula las comunicaciones en Argentina la existencia de este tipo de redes.

Nuestra convicción desde AlterMundi es que es necesario un Estado presente, amigo del poder popular que apoye las iniciativas de autogestión, si pretendemos, con cierto nivel de realismo, materializar el sueño de un paradigma basado en la libertad construida desde la colaboración entre pares que resista a la presión de los poderes fácticos.

*Este artículo está basado en una entrevista realizada por Nicolás Píccoli para la agencia Télam, que no ha sido publicada.

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