Pequeña remembranza de un proceso colaborativo
San Hoerth
Comenzamos con un proyecto cero ambicioso. Lo hemos contado varias veces en otras editoriales. Pero una vez más, vale la pena que hagamos un repaso de estos hechos que llevaron a convertir Pillku en lo que hoy es.
Primero, lanzamos una revista digital de cultura libre básicamente porque dentro de Código Sur hubo ganas de hacerlo, voluntad para llevar adelante el proyecto, conocimientos, experiencia y una infraestructura que nos permitía ponerlo a funcionar. Para decir la verdad, fuimos en un camino de cero burocracias. Hacer algo desde las ganas, sin necesitar excusas ni tener grandes objetivos. Sin buscar financiamiento ni auspiciantes. La cosa era simple: compartir, compartir, compartir. Y lo hicimos, con recursos propios.
Un boletín electrónico y un lugarcito para poner los artículos en la web de CódigoSur fue el comienzo. Realmente con eso nos alcanzaba para arrancar. Generar un espacio que hasta el momento no existía, para relatar la vida de las personas que en América Latina trabajan por una nueva forma de entender y recrear la vida. Una filosofía basada en el compartir, desde la abundancia de lo inmaterial, generando procesos que transforman las prácticas de consumo y producción con una lógica de mayor libertad y bienestar para las personas.
Desde el primer número en que salimos, varias personas fueron invitadas a participar de un “consejo editorial” que sólo pudo concretarse 3 años después del primer número, y que fue el resultado de interacciones, utopías y enredes. Podemos decir que los primeros tres años del proyecto, fueron la etapa alpha (como se usa en la producción de software), la de las pruebas, de definir conceptos y modelos de trabajo, la de prueba y error. Así caminamos y logramos crecer y avanzar en la propuesta. O mejor dicho, el mismo proyecto nos fue diciendo el camino. Una analogía sería la de la observación del territorio, y trabajo sobre este a partir de la observación. Una metáfora de Permacultura en todo su potencial.
Es común cuando se habla de proyectos colaborativos libres, hablar del ecosistema existente que genera un proyecto. Y en Pillku creo que se ha logrado labrar un jardín que comienza a estar fuerte y robusto, y comienza a dar nuevos frutos. Esos frutos también dan semillas para otras nuevas ideas y procesos. Y así el proyecto se alimenta a sí mismo, se autoabastece, al mismo tiempo que genera un remanente que sirve a toda la comunidad. Ese remanante es el vínculo extenso, de todas los colectivos y organizaciones que hacen parte de la revista.
El último año de Pillku ha sido pura colaboración entre pares. El consejo editorial, que en realidad es más un colectivo editorial, se amalgamó de una forma natural, sin resistencias de ningún tipo. Para seguir con las metáforas, Pillku es como una casa, que primero hubo que construirla para después poder habitarla.
Este colectivo editorial que conformamos en Pillku sin embargo no es el final de este ecosistema ni mucho menos. Es tan sólo el comienzo. El próximo año nos encuentra tejiendo nuevamente la red para expendirla, hacerla más fuerte. En 2015 la idea es invitar a otras organizaciones y colectivos a que sean parte permanente y se sumen a este proceso editorial colectivo. Ese es el próximo desafío por delante.
Seguir inventando nuestras historias y nuestras formas de vivir, en armonía con nuestro entorno, generando propuestas y poniéndolas en práctica desde la acción colaborativa. No un arca, pero sí un barco, donde podemos navegar buscando nuevas tierras para vivir y habitar. Para construir una realidad diferente, basada en la inconmensurable riqueza de la cultura libre y el procomún.
El próximo año nos volvemos a encontrar con nuevos relatos, nuevas historias y visiones, y nuevos y viejos amigos y amigas. Buen fin de año y que el 2015 comience con mucha energía.
¡Hasta el próximo número!