“La globalización trajo la discusión jurídico-política de que hay bienes que nos corresponden a todos”

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En esta edición de Pillku, entrevistamos a Ariel con el objetivo de incluir más voces, sabiendo que puede ser el inicio de nuevos debates para posteriores ediciones de la revista.

¿De qué hablamos cuando hablamos de bienes comunes?

Lo primero que hay que decir es que los bienes comunes son bienes comunitarios, son bienes de la gente y que esta definición de lo que antes era “común” ya se está expandiendo a nivel global.

Antes no existía la idea de que determinado tipo de bienes eran comunes en el sentido global, así que una de las primeras cosas que trajo la globalización es la discusión jurídico-política de que hay determinados bienes que nos corresponden a todos. Esto se empezó a discutir de alguna manera con los movimientos verdes pero también en relación al conocimiento, la gestión de la cultura… y lo que trajo la verdadera discusión sobre esto es internet, como una especie de ampliación de lo que son las redes electrónicas distribuidas y la conciencia de que cierto nivel de producción a nivel global es común.

Independientemente de las cosas que estén más o menos protegidas, lo que podemos producir constantemente y de forma diaria, en realidad nos corresponde a todos. Vendría a ser como una idea de una especie de conciencia sobre un plusvalor global que tiene que quedar ubicado en términos de los bienes comunes.

¿Qué diferencia hay entre lo común, lo público y lo privado?

Los bienes privados son bienes de las personas privadas. Pueden ser ciudadanos, personas físicas, o jurídicas, por ejemplo en ese sentido, corporaciones.

Los bienes públicos son los bienes del Estado. En el sistema de representación política, el Estado garantiza que los va a tratar como públicos, delimitando más o menos su acceso, o su uso y goce, y como bienes privados también como si fuera un privado. En ese sentido, la dicotomía entre público y privado se articula históricamente.

Pero una de las categorías que se perdió en el camino, que también estaba en el derecho romano y en todo el medioevo, es la categoría de lo común. Aquello que respondía a algunas cosas que no eran ni públicas ni privadas, es decir, no estaban bajo la mirada de un soberano, de un príncipe o de los límites de un Estado nación. En esos términos, una de las primeras cosas que empieza a aparecer es la reconsideración de que a nivel internacional hoy hay algunas cosas que exceden lo que los Estados Nación pueden llegar a controlar. Tienen obligación en términos del resguardo de un Estado o una región del mundo a esta cuestión de los bienes comunes. Eso tiene que estar presente, sino se pierde soberanía y se deja de aportar lo que realmente cada uno es, deja de llevar al proceso de globalización su identidad, su forma de estar en el mundo, su producción y un montón de otras cuestiones.

Es bien interesante ver que cuando se empezaron a conectar las redes electrónicas y cuando el emergente como internet apareció y la producción de valor intelectual se podía dar desde todas partes, todos empezaron a hacer sus aportes y eso excedía los límites en términos de competencias jurídicas que podían dar los Estados. De hecho, uno puede pensar en términos tributarios del comercio electrónico pero también de la gestión de la cultura, en formas de licenciamiento, en términos de privacidad, en qué ocurre con eso. Y ahí es donde vuelve a aparecer la categoría de los bienes comunes como una categoría operativa en términos de cosas que hay que proteger o hay que pensar a futuro, que hay que promover, que hay que sustentar.

¿Qué significa repensar lo común en el nuevo contexto tecnológico?

En realidad el tema de bienes comunes se relaciona íntimamente con la innovación tecnológica o con los desarrollos más o menos distribuidos o comunitarios que se pueden ver a nivel mundial. Porque la idea de reivindicar o de insistir con bienes comunes hoy tiene que ver con que antes tal vez no era tan necesario como ahora. Uno puede extender lo que tiene que ver con bienes intelectuales a otras infraestructuras, por ejemplo, uno puede discutir qué ocurre en términos de biotecnología. El soporte de la vida, la codificación de la vida, ¿puede estar privatizada? ¿Cuánto tiempo falta para que los cuerpos estén chipeados para curar alguna enfermedad? ¿Qué ocurre en términos de la nanotecnología y esos universos pequeños? ¿Qué ocurre con el desarrollo de la ciencia en general, con la robótica, con las inteligencias artificiales…?

Por ejemplo, si uno ve el gran modelo que tiene Google detrás, que es desarrollar las plataformas y después mirar qué hacen los usuarios dentro y desarrollar soluciones para esos usos o esos movimientos que tienen estas multitudes, teniendo en cuenta que los mismos desarrolladores de Google dicen que su buscador más que un algoritmo matemático, que una solución concreta, ya es una inteligencia artificial. Si uno se pone a pensar cómo construyeron esa inteligencia artificial, se da cuenta de que la construyeron de forma distribuida, desarrollaron una plataforma pero todo lo demás se fue dando solo, la gente empezó a utilizar esto pero la retroalimentación que las nuevas tecnologías permiten fueron generando algo nuevo, un valor nuevo.

Ahora, eso que armamos entre todos, ¿tiene un carácter público, un carácter privado, un carácter común o comunitario? Entonces es pertinente preguntarse cuánto de esto que estamos haciendo ya es común o tiene una base comunitaria y se vuelve lenta o rápidamente hacia el ámbito privado.

¿Cómo es el debate por los bienes comunes en América Latina?

Acá el tema es que esta categoría jurídico-política de los bienes comunes se cruza con tecnologías puntuales. Son los desarrollos tecnológicos los que habilitan o deshabilitan las discusiones jurídico-políticas a este nivel. Y si uno se pregunta cómo participamos de esta discusión, o cómo cuidamos los bienes comunes, o cómo participamos del cuidado de los bienes comunes en el plano internacional, es justamente desarrollando proyectos, iniciativas, posiciones políticas, posiciones estratégicas y además tecnologías en concreto, soluciones tecnológicas que lo habiliten.

En realidad lo más importante no es discutir esto en términos teóricos sino armar la infraestructura para compartir en el contexto internacional pero además cada uno de los países y regiones tiene derecho a su autonomía, a darse la norma y desarrollar sus propias soluciones. Es una cuestión productiva, pacífica, colaborativa, la que va marcando el camino de los bienes comunes.

Entrevista a Ariel Vercelli sobre bienes comunes from codigo sur on Vimeo.

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La tesis de Ariel Vercelli sobre bienes intelectuales comunes está disponible para descargar en su sitio web.

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