Lo imposible sólo tarda un poco más

Vladimir di Fiore

Por otro lado, Huayra significa que los y las estudiantes de todo el país tienen acceso a herramientas de última generación pudiendo ser actores en la producción de contenidos y desarrollos sin depender de los caprichos de las corporaciones ni de su nivel económico. El Programa Conectar Igualdad esta llegando a las 3.5 millones de netbooks entregadas, pensemos por un instante que un 10% de los estudiantes comience a explorar el mundo de la programación luego de haber tenido contacto con un sistema operativo libre como Huayra, ahora vislumbremos el cambio cualitativo que representa para el desarrollo y para la innovación de nuestro país. Luego de la declaración del MERCOSUR sobre la importancia estratégica de usar y desarrollar Software Libre iniciativas estatales como Huayra y Canaima cobran aún más valor, siendo pilares fundamentales para avanzar hacia un desarrollo tecnológico Sur – Sur.

En una sociedad con fuertes desigualdades, la escuela es el medio privilegiado para democratizar el acceso al conocimiento. Esta situación le otorga al Estado una nueva responsabilidad, la de preparar al sistema educativo para que forme a sus estudiantes en la utilización comprensiva y crítica de las nuevas tecnologías.

Pero hay más: Huayra, en tanto actor y parte del ecosistema del Software Libre, presenta una afinidad única con lo público, ya que en la medida en que permite su total apropiación, el Estado puede disponer de desarrolladores para adaptarlo siguiendo como Norte el interés nacional y el bienestar general, antes que la maximización de ganancias. En esta década, como dijo la Presidenta, “hemos logrado demostrar que se puede ser más eficiente desde lo público, cuando se actúa con patriotismo y con la intención de beneficiar a la mayoría de los argentinos” y, así, evitar “esos errores sobre los que pivotearon las doctrinas que nos trajeron de afuera y nos dijeron que lo público era malo” .

Huayra es parte de la década ganada por y para todos y todas, pero también es, para mí, sentir que algo por lo que muchas personas militamos muchos años se hizo realidad. Dejó de ser un sueño, una utopía, para convertirse en una realidad efectiva, en un puente hacia la segunda década ganada. ¿Por qué? Porque este primer gran paso en pos de independizarnos de las corporaciones del software nos abre caminos hacia la apropiación y producción de nuevas tecnologías con gusto y aromas propios, parafraseando al compañero Lula, a cocinar nuestro propio plato de comida en lugar de comer lo que Microsoft y otras corporaciones dicen que es bueno para nosotros.

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