El internet de las cosas y el mundo que se viene

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Internet es recursiva e impura. Su arquitectura es su política. Y está inacabada. Se construye y reconstruye en tiempo real en una espiral de oleadas, de bucles y contrabucles, unos bajo la hegemonía de industrias y poderes políticos, y otros propulsados por luchas que dibujan distintas (e incluso contradictorias) imágenes de igualdad y de libertad.
Margarita Padilla

La red de redes

Un puñado de corporaciones en el mundo son las que están marcando el pulso de la tecnología de uso masivo. Internet es el gran instrumento para convertir el mundo en un lugar más inteligente y vigilado rodeado de dispositivos que intercambian información para hacer nuestra vida más “segura y sencilla”. Sin embargo, a medida que la tecnología crece hay preocupaciones cada vez más importantes ante el avasallamiento de nuestras libertades.

La tecnología a gran escala impone la ideología de quiénes la construyen, la tecnología es hoy uno de los instrumentos de poder más grandes. Quién domina la tecnología, tiene el control. Por este motivo se dan en los países, principalmente del norte, grandes alianzas entre gobiernos y empresas de tecnología. Así, la distribución de los contenidos, mediadas por estas tecnologías, y la naturalización de éstas como si fueran el desarrollo obvio de la sociedad (es obvio que la gente use Facebook por ejemplo), responde a un modelo de mundo donde una gran parte de las personas no se involucran ni preguntan quién las construye y con qué fines.

Sin embargo en la caótica internet se construyen modelos diferentes, con la otra parte de las personas que sí se involucran y preguntan y que por ahora no son la mayoría, que se oponen de forma permanente a la hegemonía que los grandes poderes quieren ejercer ya que pueden advertir las consecuencias que acarrean. El software libre es uno de estos modelos “subversivos” que pretende, no sin complicaciones y complejidades, generar una nueva alternativa al modelo político y económico dominante. Y del software libre se desprende toda la lista libre, hardware libre, cultura libre, economías diversas y redes libres entre otras.

En internet existen muchas personas que comparten esta filosofía, desde diferentes ópticas y propósitos, pero existe una gran comunidad mundial que es la que subterráneamente a veces y otras no tanto, propone los caminos para la descentralización de la red de redes y la vigencia y permanencia de la libertad para todos y todas.

Esta batalla se libra hoy en el mundo virtual, pero afecta por completo nuestra vida material. Ya que el mundo que se viene estará cada vez más mediado por la tecnología y por internet. Cuantas más personas sean las que entiendan la complejidad del tiempo que nos toca vivir y sus desafíos más posibilidades tendremos para mantener la libertad y los principios de retribución y solidaridad.

El internet de las cosas

Imagina que vives en un mundo en donde sales de tu casa a trabajar y tu blusa twittea tu ubicación sin que hagas nada. O que antes de salir a cenar tu auto (carro) ya sepa donde puedes estacionar. O incluso que tu yogur en la heladera (refrigerador) sepa cuándo se está por terminar y te mande un SMS. Ahora vuelve al presente de donde nunca te fuiste. El futuro llegó, hace rato.

Así es, las cosas se están conectando a la vida virtual. Los libros, los zapatos, los autos, o cualquier tipo de objeto, puede contar por ejemplo con un dispositivo de identificación de radiofrecuencia (RFID por sus siglas en inglés) entre otros y así interactuar con todo lo que esté conectado a la red. Por ejemplo, en Europa Wal-mart y otras tiendas ya han implementado estos dispositivos en varios productos para permitir a los empleados que los puedan ubicar fácilmente en toda la cadena de producción hasta la venta final.
Las ciudades se volverían más inteligentes pero totalmente controladas. La visión de Orwell no estaría muy distante.

Protocolo de Internet (Internet Protocol)

Para que esto pueda plasmarse por completo en el mundo, la internet existente en la actualidad debe ser totalmente migrada a una nueva versión del protocolo de internet también conocido mundialmente por sus siglas en inglés como IP, de “Internet Protocol”.

Este protocolo de internet es el que rige toda la existencia de internet en el mundo (simplemente sin esto no habría internet). Para explicarlo de forma simple pongamos un ejemplo real y claro: cada servidor en internet se reconoce por medio de una serie de números, que son las IP, que son todas las direcciones que puede tener internet.

Cuando nosotros por ejemplo escribimos en nuestro navegador www.google.com una de las IP de Google que responde es 186.46.140.89 y lo que hace este protocolo (ayudado del sistema DNS) es decirle a nuestra solicitud que el servidor que buscamos “google.com” está en la IP 186.46.140.89 y que su ubicación está en tal lugar físico. Y así en milésimas de segundo, si tenemos una buena conexión, estamos visualizando la página que está en ese servidor remoto en otra parte del planeta con esa dirección IP.

Lo mismo debe pasar para hacer realidad el internet de las cosas, pero con los objetos. Cada objeto debería tener su dirección IP. Así podría haber infinitas comunicaciones entre todos los dispositivos que tengan una IP.

Pero he aquí el problema. El protocolo de internet que más se utiliza en el mundo es la versión 4 también conocido como IPv4, que se divide en números similares pero distintos a los que vimos en el ejemplo de Google. La cantidad de direcciones IP en su versión 4 es de 4.294.967.296 , mientras que en el mundo somos aproximadamente unas 7mil millones (7.000.000.000) de personas. Para el futuro de la red, la cantidad de direcciones IPv4 se queda corta.

Es más, los bloques de direcciones de Ipv4 están a punto de agotarse. La IANA (Agencia Internacional de Asignación de Números de Internet, por sus siglas en inglés) ya entregó a Asia el último bloque de direcciones Ipv4 y los demás continentes van en camino. En sólo unos años, no habrá más direcciones Ipv4 disponibles, lo que supondría el colapso del crecimiento ilimitado de internet.

IPv6

Por eso una de las grandes prioridades mundiales para diferentes gobiernos, corporaciones, instituciones y comunidades, es la migración masiva al protocolo de internet versión 6, conocido como Ipv6.

IPv6 admite 340.282.366.920.938.463.463.374.607.431.768.211.456 que para medirlo en algo un poco más comprensible son unos 670 mil billones de direcciones por cada milímetro cuadrado de la superficie de La Tierra. Se dice que con Ipv6 podríamos incluso poner direcciones IP en el espacio exterior. Con esto, podríamos interconectar toda la vida de nuestro planeta y la mayoría de los objetos que tenemos. También podríamos garantizar el acceso universal a internet, mejorar nuestra sociedad y hacerla más libre. Al mismo tiempo esto presupone una herramienta de control por excelencia.

Aquí es donde se abre el debate, entre partidarios críticos y acríticos de cómo debe crearse este modelo de interconectividad donde toda la sociedad debe ser parte. ¿Cuáles son los principales desafíos de IPv6? ¿Cómo impacta esto sobre los ciudadanos comunes? ¿Y sobre los desarrollos de redes libres? Para enterarnos de todos estos temas, convocamos a Ramón Roca, de guifi.net; a Claudio Pisa, de Ninux.org y a los compas de LUGRoMesh, para que nos cuenten sus experiencias e impresiones sobre la implementación de IPv6 en redes libres. Entrevistamos a Enrique Chaparro, de Fundación Vía Libre, y Nico Echániz de Código Sur que brindó un texto que tenía bien atesorado.

Esperamos que estos artículos y reflexiones les sirvan tanto como nos sirvieron a nosotros para enterarse de los riesgos, desafíos y expectativas que se abren a partir del mundo que ya está aquí: Ipv6 y el internet de las cosas.

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Fuentes: BBC, Wikipedia

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