Visibilidad para afianzar reconocimiento y derechos
Dafne Sabanes Plou
Al adoptar las tecnologías para su comunicación, ellas conectaron el activismo con el trabajo por sus derechos, dando a conocer públicamente sus opiniones, artículos e investigaciones. También pudieron salir al cruce del discurso predominante en los medios y en los sectores conservadores de la sociedad utilizando espacios visibles, redes sociales y mensajes en teléfonos móviles, para dejar al descubierto los estereotipos y prejuicios anclados en el tiempo y en tradiciones ya superadas por la práctica; y al mismo tiempo, mostrar los logros alcanzados por las mujeres que han transformado su visión y su ejercicio de la ciudadanía también en Internet.
No obstante, continúan existiendo varias áreas críticas a las que las mujeres siguen prestando atención para lograr una participación plena en la sociedad de la información, con igualdad de oportunidades y equidad en la posibilidad de acceder a los beneficios que resultan de estos nuevos desarrollos.
¿Qué hay sobre los derechos de las mujeres en Internet?
Una de estas áreas críticas tiene que ver con el acceso a una conectividad de calidad y a un uso significativo de las tecnologías. Todavía existe una brecha digital de género que crea una barrera importante en el acceso a la economía basada en la tecnología. A no ser que las mujeres tengan un acceso equitativo a Internet, perderán oportunidades de trabajo y de obtener mayores ingresos, de producir y vender en los nuevos mercados que surgen en línea, de acceder a información, lograr nuevos contactos, mejorar su nivel educativo y participar en los procesos de toma de decisiones que determinan su futuro. Las mujeres necesitan que se tomen en cuenta las barreras que se crean debido al costo de las comunicaciones en Internet, la falta de infraestructura que brinde conectividad de calidad, las pocas oportunidades para capacitarse, entre otras.
Todavía existe una brecha digital de género que crea una barrera importante en el acceso a la economía basada en la tecnología.
Internet se ha convertido en un importante espacio para la discusión y la participación política, donde la conexión entre diferentes actores y actoras, movimientos y organizaciones, ha permitido una articulación significativa de la sociedad civil y la construcción de opinión pública, con posibilidades de influir en las decisiones políticas, los hechos culturales y en la marcha de la economía. Los gobiernos y las empresas no pueden ya soslayar su importancia y ofrecen servicios de toda índole en línea, como también toman decisiones muchas veces basadas en la reacción del público en las redes sociales. Es imprescindible que las mujeres puedan participar de estas discusiones públicas y puedan asociarse y organizarse para trabajar por sus derechos, ejercer su libertad de expresión y rechazar toda discriminación y exclusión.
Los derechos a la comunicación y, en especial, a la libertad de expresión y de información de las mujeres, se han constituido en aspectos claves para el logro de su autonomía, tanto personal, como económica, y para la participación en las decisiones. En Internet las mujeres encuentran espacios para dar a conocer sus prioridades, discutir posicionamientos y para articular su propio discurso, lejos de la perspectiva de los medios que continúan muchas veces tratándolas como objetos, víctimas o como sólo capaces de desempeñar roles secundarios en el mundo del trabajo y la economía. En muchos temas, las mujeres ya han dejado de no tener voz y, por el contrario, sus aportes al debate público han ayudado a la comprensión de que se puede convivir en una sociedad que respete la diversidad y apunte a democratizar las relaciones cotidianas y sociales en todos los ámbitos.
Barreras
Las barreras que las mujeres deben sortear en el ciberespacio tienen que ver con aquellas que son difíciles de eliminar también en el mundo real. En los últimos años se ha visto un aumento de la violencia contra las mujeres en Internet, no sólo como una continuación de la violencia cotidiana y los juegos de poder ejercidos por sus parejas o ex-parejas, sino también intentos de censurar, acallar voces, suprimir demandas y provocar el abandono del activismo por los derechos de las mujeres.
Las barreras que las mujeres deben sortear en el ciberespacio tienen que ver con aquellas que son difíciles de eliminar también en el mundo real.
En una encuesta realizada por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones —APC— en 2013 entre activistas de derechos sexuales, en su mayoría mujeres, el 99% de las personas que respondieron reconoció que Internet es una herramienta crucial para el avance de su trabajo por los derechos humanos. No obstante, 51% dijo haber recibido amenazas en línea debido a su activismo. Un tercio mencionó intimidación (34%), otro número similar dijo haber sufrido bloqueos y filtrados de sitios y mensajes (33%) y un porcentaje apenas menor (29%) mencionó haber sido censuradas. Debido a esto, un 27% de las personas consultadas admitió haber discontinuado la labor que realizaba en línea.
Hackeos de cuentas y de sitios web, agresiones de trolls en foros y redes sociales, vigilancia, hostigamiento y acoso son algunas de las conductas violentas que persiguen a las activistas en Internet, en las redes sociales y en los teléfonos móviles. La destrucción de información, el robo de bases de datos, el control en línea de las actividades de las militantes por los derechos de las mujeres, ya se han convertido en situaciones que se denuncian casi a diario. A veces los trolls son hombres misóginos que quieren molestar y destruir, otras veces la vigilancia y el acecho provienen de organizaciones o de servicios paragubernamentales que quieren terminar con toda oposición o cuestionamiento al tratamiento de temas que son claves para las mujeres, principalmente los derechos sexuales y reproductivos.
Ya son muchas las denuncias en América Latina y el Caribe sobre persecución y hostigamiento de defensoras de los derechos de las mujeres que incluyen todo tipo de presiones para socavar su agencia y hacerlas abandonar su militancia. Que la encuesta anterior señale que un 27% de activistas discontinuaron su trabajo en línea por las agresiones sufridas significa una pérdida valiosa y un cercenamiento del compromiso político y social de decenas de personas. Estos hechos deben ser condenados por las autoridades y las corporaciones dueñas de las plataformas de comunicación, en especial las redes sociales, quienes deben también brindar soluciones que reparen y den seguridad a las activistas para que no abandonen su compromiso y su labor en los espacios digitales.
Son muchas las denuncias en América Latina y el Caribe sobre persecución y hostigamiento de defensoras de los derechos de las mujeres.
El ejercicio de los derechos a la comunicación, también en Internet, es reconocido como habilitador de otros derechos. Para las mujeres que muchas veces se ven restringidas a ámbitos cerrados, como el hogar, la familia o la comunidad pequeña, el uso de tecnologías de la información y la comunicación e Internet les abre numerosas posibilidades de informarse, tomar decisiones y actuar con autonomía, articulándose para alcanzar un mayor cumplimiento de sus derechos. Sostener la democratización de estos espacios es crucial para que las mujeres continúen avanzando.
Dafne Sabanes Plou es coordinadora regional para ALC, Programa derechos de las mujeres, Asociación para el Progreso de las Comunicaciones.
*Artículo publicado en: América Latina en Movimiento 503, ALAI abril 2015: Hacia una Internet ciudadana.*
Referencias