Internet y comunidad

David de Ugarte

Es casi imposible pensar en una comunidad igualitaria nacida en este siglo que no se deba a Internet. Una comunidad nace de una conversación entre pares. Algo estaríamos pensando mal si diéramos por hecho que la gente con la que podemos compartir búsquedas, conversaciones y aprendizajes va a vivir necesariamente en nuestra vecindad. La vecindad en la red es la vecindad de temas e inquietudes, de enfoques, fuentes y maneras de discutir y aprender.

Pero si Internet es fundamental para una red que se forma, no es menos importante para una comunidad madura. Cuando lo económico se integra en la vida comunitaria y se pasa de compartir una conversación a compartir la vida “en pack”, la naturaleza de la comunidad cambia. La discusión tiende a fundamentar lo productivo, pero a veces lo relacionado con la producción también tiende a ocupar una parte excesiva del campo de debate. Sin querer nos hacemos “especialistas” y nuestra conversación se hace esotérica.

El blog

Se hace vital abrirla, hacerla pública, compartir nuestros debates y nutrirnos de otros. Ese es el sentido del blog. No se trata de hacer proselitismo -una forma como cualquier otra de devaluar el sentido de la comunidad- ni de someter el debate a la opinión del primero que pase, sino de ganar un entorno de conversación más amplio que nos ayude a no perder la perspectiva, aprender de nuevas fuentes y sentir el pulso de lo que nos rodea.

El blog es mucho más que la representación de una comunidad. Al esforzarnos por escribir y comunicar las cosas que estamos aprendiendo o que nos inquietan, las sistematizamos, las conectamos unas con otras conscientemente. Reordenamos el mundo y nos lo reapropiamos. El blog es la principal herramienta que tenemos para entender mejor lo que nos rodea y ser más autónomos. El blog es un sitio abierto donde discutir con libertad significa fundamentar ideas antes de transmitirlas, donde el objetivo no es imponerse ni convencer a nadie, sino aprender juntos.

El blog es un sitio abierto donde discutir con libertad significa fundamentar ideas antes de transmitirlas, donde el objetivo no es imponerse ni convencer a nadie, sino aprender juntos.

Aunque la comunidad se haya formado en el debate online, un blog implica también coraje y responsabilidad. Coraje para superar el miedo a escribir, el miedo de no estar a la altura. Responsabilidad para mantener regularidad en las publicaciones y con ella, constancia en la búsqueda de referencias e ideas.

El blog es un mundo que hace claras y evidentes las “consecuencias lógicas” de nuestras inconsistencias y perezas. Si dejamos de escribir con cualquier excusa, no sólo se empobrecerá la discusión, sino que la imagen exterior de la comunidad se irá asociando no a lo que somos sino al nombre de los que siguen manteniendo el esfuerzo por publicar. Los unos verán confirmados sus sentimientos de inferioridad por no ser tenidos en cuenta por en entorno, los otros por sentirse solos en campo abierto. El blog es ante todo un campo de batalla donde nos encontramos con nuestros propios miedos.

Por eso merece la pena. Un blog nos hace mejores porque nos enfrenta a las faltas de coraje y a la inutilidad de las “buenas intenciones” y los autoengaños. También obliga a tomarse en serio la conversación interna, pronto nos daremos cuenta de que necesitamos “reuniones de redacción” semanales en las que compartir temas y pensar enfoques desde los que construir relatos en común. Si se hace bien, si conseguimos darnos coraje a cada uno, el blog es seguramente, la herramienta más importante de empoderamiento personal y colectivo a disposición de una comunidad.

El espacio de conversación

Poco a poco, un blog comunitario establecerá relaciones con otras personas y grupos. Es el momento de generar un espacio dedicado a un tipo de conversa más amplia y generalmente ligera. Puede ser un foro o un nodo de GNUsocial, lo ideal es que se ligue al blog y de un lugar a su alrededor para una conversación menos profunda, más cotidiana.

El blog es seguramente, la herramienta más importante de empoderamiento personal y colectivo a disposición de una comunidad.

La vida va más allá del aprendizaje sistemático. Está hecha también de pequeñas cosas, de anécdotas que pueden ser iluminadoras, de mil enlaces y fuentes cambiantes que llamaron nuestra atención. Compartir enlaces entre nosotros y con nuestro entorno y conversar a partir de ellos es tan importante como mantener una reflexión de fondo sobre los temas que nos preocupan. De hecho, a las finales, esa conversación cotidiana, en apariencia más ligera, es la que va a ponernos tras la pista de temas que investigar y de nuevas cosas que aprender.

Aunque parezca mentira, el blog es algo muy parecido a los grupos que organizaban los filósofos en la Antigüedad. En primer lugar por su espíritu: fundamentar antes de discutir, discutir para aprender juntos y aprender para tener una vida más serena, productiva y feliz. Pero también por su desarrollo: aprender, a fin de cuentas, es entender el significado de las cosas, algo que hacemos mediante palabras, palabras que conforme aprendamos se harán más precisas. Con el debate en el blog iremos puliendo nuestro propio lenguaje. A base de compartir y discutir, los términos centrales irán significando cosas más concretas que se relacionarán con otras de una manera y no de otra.

No hay nada más rebelde ni más a contracorriente, que filosofar. La tendencia social nos muestra un constante vaciamiento de los términos y sus significados. Cualquier idea, por innovadora que sea, se simplifica al máximo para “hacerla comprensible por cualquiera” -es decir, transmisible sin exigir esfuerzo intelectual a nadie- hasta el punto en que, muchos intereses distintos ponen sus esperanzas en ella y se convierte primero en consigna y progresivamente en cualquier cosa con la que cualquiera quiera significarla. Momento en el que puede pasar a moda útil para un mundo corporativo que a través de los medios es capaz de resignificar cualquier cosa de acuerdo a sus intereses mediante la abrumadora potencia de fuego ideológico de la prensa y la televisión. Por eso, ir a por lo fácil, consumir ideas y conocimiento “hecho fácil”, es aislarse y someterse. Filosofar, algo que sólo tiene sentido con otros, en conversación y comunidad, es fortalecerse hasta poder levantarse por el propio pie.

Además, defender el significado de los términos, de los contextos que usamos en el debate, es el primer paso para poder incorporar a la discusión a cualquiera que acepte la pequeña “molestia” de leer las definiciones. Por eso los blogs que han conseguido articular un cierto aprendizaje y conducirlo hasta aportar cosas nuevas, suelen tener glosarios y pequeños vocabularios. Les llamamos contextopedias y no hay proyecto mejor para un blog colectivo que crear la suya. No se trata de competir con las enciclopedias online ni de crear un diccionario especializado lo más detallado posible. Se trata de tener una herramienta útil y enlazable que nos ahorre explicar y discutir continuamente las bases de la discusión. La idea es hacer accesibles y enlazables de forma sencilla los contextos que dan significado a las ideas en debate. Y claro, las contextopedias, como los significados evolucionan conforme aprendemos, así que conviene actualizarla de tanto en tanto.

Con solo dos herramientas web, un blog y un entorno de charla, tenemos la estructura necesaria para poder filosofar en medio de la mayor “biblioteca” de la Historia. No hay universidad en el mundo que se le acerque en la oferta. Tampoco ninguna que pida menos. Y lo que es más importante, no sólo tenemos acceso a las fuentes de las que aprender, también a los maestros de los que hacerlo y a los pares con quienes hacerlo.

Internet no es un lugar en el que “estar” es la única forma en que una comunidad de este siglo puede “ser”.

Las herramientas no son neutrales

Pero el “ser” de una red depende de su arquitectura, de la forma en que se conecten entre si sus nodos. No es lo mismo ser parte de una red centralizada, en la que si se desconecta el nodo central todos los demás quedarán aislados, que serlo de una red distribuida donde nadie depende de otro en exclusiva para seguir en la red.

La web nació como una red distribuida, pero su historia es la historia de un potente movimiento corporativo dedicado a intentar recentralizarla -y por tanto, controlarla- para poder obtener beneficios de monopolio.

Por eso la elección de herramientas merece algunos matices importantes. No es lo mismo tener un blog que tener una cuenta en un servicio de publicaciones en el servidor de una empresa. No es lo mismo publicar en twitter o facebook que abrir un nodo en GNUsocial.

La web nació como una red distribuida, pero su historia es la historia de un potente movimiento corporativo dedicado a intentar recentralizarla.

Blogger, Facebook o Twitter son servicios centralizados, fácilmente controlables y terriblemente frágiles a una decisión corporativa o gubernamental.
Son el producto de grandes empresas nacidas al calor de la sobredimensión de las corporaciones y el capital a contracorriente de una era caracterizada por la individualización de la producción. Son el pasado vestido con ropa electrónica de colores. Son una trampa que pone en peligro el que la red sea lo que queremos decir con la palabra red: red distribuida.

Al final Internet como red distribuida se basa en algo tan sencillo como que cada cual, cada comunidad, tenga su propio servidor. Si no tienes ningún hacker en tu entorno te dará pereza. Pero es una herramienta fundamental de libertad y soberanía. Y no hay nada que merezca la pena que no exija un aprendizaje. Así que si hay algo que debería aprender toda comunidad es a controlar y manejar un pequeño servidor y hacer correr en él esas herramientas que permitirán la interconexión con otros como él. Reduciendo mucho, dos programas de software libre: WordPress y GNUsocial.

Si hay algo que debería aprender toda comunidad es a controlar y manejar un pequeño servidor y hacer correr en él esas herramientas que permitirán la interconexión con otros como él.

Manejar estas herramientas básicas es tan importante como podía serlo tener y manejar una imprenta para los protestantes y revolucionarios del siglo XVI. Para ellos era la forma de participar en el debate global alternativo de su época sin depender de la generosidad de la Inquisición y sus impresores. Hoy no tenemos Inquisición, pero la NSA que nos descubrió Snowden es tanto o más peligrosa. Hoy Google, Facebook o Twitter nos dejan publicar sin el “placet” real, pero se apropian de lo que escribimos y compartimos, lo escanean para obtener inteligencia comercial o de otro tipo, cada cierto tiempo cierran servicios y no dudan en negociar con las peores dictaduras del mundo si a cambio pueden obtener unos cuantos millones más de usuarios. Y lo que es aun más cotidiano y a la larga peor: al entregarles la infraestructura de nuestras comunidades les dejamos no sólo controlar la información, sino definir la forma que tendrán las relaciones y la cultura de nuestra comunidad y nuestra época.

Si el blog es la principal herramienta para encontrar a nuestros pares en un mundo abierto y filosofar con ellos, salir del redil corporativo, del corralito de los grandes recentralizadores de Internet es, hoy por hoy, la forma más radical y profunda de afirmar autonomía.

Autonomía sin la que todo aprendizaje, toda discusión y todo impacto en nuestro entorno se verá comprometido.

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Este post fue parte del trabajo previo de un libro bajo dominio público y en libre descarga, «El libro de la Comunidad»: https://lasindias.com/libros

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