Hay que preguntarse si nuestra sociedad piensa en el arte como una de las variantes de desarrollo social

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“Hay que preguntarse si nuestra sociedad piensa en el arte como una de las variantes necesarias del desarrollo social”

Pillku: ¿Qué es la Música Libre para vos? ¿Cuáles son las diferencias con el modelo “mainstream” de industria musical?

Matias Lennie: Musica libre… es una pregunta complicada. Porque para poder entender o definir qué es música libre hay que entender en principio dos cosas: por un lado, los cambios que están habiendo en la industria musical con las tecnologías para producir, comercializar y distribuir desde que lo digital permitió descentralizar estos procesos para que estén al alcance de la mayoría.

Que las personas ahora puedan hacer música en su propia casa y publicar en internet, por ejemplo, ha impactado en el modelo “tradicional” de la industria. Generó una crisis y la consecuente reestructuración de los diferentes actores. Las discográficas han tratado de ralentizar este impacto judicializando el tema y amparándose en la legislación que regula la propiedad intelectual y los contratos comerciales. El objetivo de esta maniobra básicamente era ganar tiempo para reconvertir sus estructuras empresariales: los recursos humanos capacitados para el viejo anterior caduco, la logística de distribución, los locales de venta.

Desde mi perspectiva, creo que lo lograron exitosamente y actualmente estamos en una nueva etapa donde la tecnología digital buscan tomarla y adoptarla a la nueva lógica. Los contratos 360 son un claro ejemplos de esto.

Por otro lado, existen una serie de prácticas que se masifican, que en principio son ilegales en función del paradigma legislativo vigente en la mayoría de los países, pero que a esta altura son simplemente imparables, por ejemplo: descargar música es ilegal desde la normativa de numerosos países, ¡Incluso subirla a internet!

En otro orden de cosas, creo que la música libre es parte de un debate más amplio que todavía debe darse dentro del campo de la cultura: pensar que las licencias libres vienen a saldar esta disputa acerca de la “legalidad” de las prácticas o a darles una legalidad progresiva es acotado. Más bien deberíamos plantear si la cultura, el arte, la música, son líneas de desarrollo humano que necesitamos jerarquizar en nuestras sociedad.

El paisaje general del planeta es rediseñado cuando la cultura se desloca hacia el centro de una discusión sobre el tipo de desarrollo que deseamos para el planeta. Cuando verificamos los límites del modelo económico que marcó el siglo XX (…) No se trata apenas de un mayor acceso al consumo, sino de un mayor acceso a las formas de expresión, a las extructuras de producción y a los medios de circulación social.

Salvo las expresiones más mercantiles, asociados a marcas, sponsores, etc, las manifestaciones artísticas tienen poco apoyo, infraestructura, espacios de formación y divulgación. La verdadera pregunta en este sentido es si una sociedad como la nuestra esta dispuesta a tener el arte y la cultura como una de las variantes necesarias del desarrollo social y generar los marcos materiales y legislativos en consecuencia.

Personalmente creo que en la actualidad no es así, más bien lo contrario, porque no se garantiza la vida digna del músico, ni a través de las Sociedades de Gestión Colectiva de Derechos ni a través del uso de licencias libres, como las Creative Commons. Esto sumado a tendencias más generales vinculadas a las necesidades sistémicas del capitalismo cognitivo que tiene una clara constante: la privatización de los bienes comunes, sean estos música, semillas, medicamentos, información sobre las personas o conocimiento en general.

Usar licencias alternativas al copyright es un paso para comenzar a pensar en términos de bienes comunes, pero mas allá de eso debería constituirse como un nuevo paradigma que incluya muchas de éstas temáticas, en respuesta a una sociedad que evidentemente necesita de nuevos marcos de referencia diferentes a los grandes relatos o los paradigmas más tradicionales (Estado de Bienestar, Marxismo, etc.) que también entraron en crisis con las nuevas tecnologías. Los vínculos entre los diversos síntomas que uno puede ver aisladamente son muchos y muy profundos.

La cultura libre como nuevo paradigma, que se plantee propuestas emancipadoras creativas, nuevas, propias de esta etapa histórica, puede ser una de las claves para pensar la participación y la justicia social a futuro.

Pillku: ¿Cuáles son los beneficios para los músicos de distribuir sus obras con licenciamiento libre?¿Puede un músico ganar dinero haciendo música libre?

ML: Primero hay que ponerse en el lugar del músico. Al músico le interesa hacer música. El licenciamiento le es más bien ajeno. Si te metés en la discusión, ves que las condiciones materiales de existencia y las prácticas en general se desarrollan por fuera de los modelos de derechos de autor (copyright) y también por fuera de las sociedades de gestión colectiva. Por lo tanto este contexto normativo no le garantiza nada al músico, sólo logra mantener en la ilegalidad prácticas que son tan comunes y que venimos nombrando.

Por otro lado, las ventajas son las que se deducen viendo lo que hacen todos: que se publique en internet y se difunda, que la escuche cualquiera y la descargue si lo permitís, o se escuche online. A nivel de difusión, es muchísimo más masivo el licenciamiento libre en comparación con el copyright, sin contar lo disparatado de la burocracia y toda la papelería que supone el registro formal.

Con respecto a lo material, los músicos usualmente viven de otras cosas. Lo más habitual: las clases de música, tocar en vivo, participar como sesionistas en diferentes bandas. A veces hacer la música de alguna publicidad o película. Esto permite difundir, hacer contactos, conocer más gente y a la vez que más gente conozca tu trabajo para conseguir estas oportunidades.

Hoy en día, [con internet], tengo un contacto con el público que nunca imaginé que fuera tener, y una libertad artística que no tendría en ninguna época. No tengo que agradar a ningún director artístico o de radio. Eso me dio una libertad de creación y de pensamiento que nunca tuve (…) El derecho de autor es usado como forma de exclusión social

Comparativamente, trabajar con música registrada legalmente y tener que afiliarte a una sociedad de gestión colectiva de derechos (habitualmente un monopolio con intereses que tienen más que ver con la propia institución que con los objetivos por la que originalmente fue creada) no garantiza tampoco un ingreso que le permita al músico vivir de sus obras. Esto sumado a que usualmente no hay un control acerca de los flujos reales y modos de distribución de la renta generada por los músicos y la industria en general.

Es decir, que una de las tareas más importantes que tenemos que darnos quienes bregamos por la cultura libre es crear canales de articulación orgánicos entre los espacios y redes concretas de los músicos (desde salas de ensayo, pequeños estudios de grabación, profesores de música con o sin instituciones por detrás) y la propuesta nuestra, que no nos pone en situación de ilegalidad y creemos superadora a la actual. Del entrecruzamiento de estos dos continentes pueden surgir movidas realmente muy potentes, dinámicas, disruptivas.

¿Cuáles han sido los cambios/tendencias que han ocurrido en la producción musical en América Latina bajo la influencia del copyleft?

En realidad creo que no hay mucha información sobre eso, mucho menos sistemática. Iberoámerica todavía parece que tiene que aprender a mirar para adentro antes de perseguir al mundo sajón. En todo caso, hay una serie de experiencias que progresivamente van adoptando licencias abiertas o libres, que son muy interesantes. El caso de Fora do Eixo en Brasil es posiblemente una de las más importantes, por su escala, su inserción y una lógica realmente alternativa e independiente. Otro síntoma de cambio interesante es la aparición de sellos discográficos que se animan a producir bajo licencias Creative Commons o Copyleft como UfCaruf, Via Láctea y muchos otros.

Pero como veníamos diciendo previamente, lo más potente no es pensar el cuadro actual “congelado”, sino pensar la posibilidad de articular prácticas mucho más extendidas con este nuevo paradigma. La música en Iberoamérica nace bajo cualquier pedazo de piedra. Tenemos músicos populares esparcidos por toda la región, de una capacidad increíble. Folclore, rock, música de todo tipo florece en centros culturales, sociedades de fomento, locales barriales, salas de ensayo, garages.

La música (y otras manifestaciones artísticas) es un importante factor de inclusión social e identidad popular. Esta, creo que es la base para pensar cualquier alternativa. Tomar todo esto, darle organización, estructura, acción.

Por otro lado, además de los efectos conocidos gracias a las nuevas posibilidades tecnológicas hay que pensar que el uso de las licencias libres como el Copyleft también influyen en otros ámbitos de las expresiones artísticas y no solamente el ambiente musical. Por eso quizá es más identificable pensar en la cantidad de colectivos procomún o “commoners” que surgieron en América Latina, planteando justamente la necesidad de proteger y promover una cultura de bienes comunes. Los músicos probablemente se enfrentan con la necesidad de pensar un paradigma diferente pero no son solamente ellos los involucrados.

Pillku: ¿Cómo la música libre puede ser una herramienta de emancipación?

Un buen punto de partida sería recuperar la función social de la propiedad como un paradigma más interesante que el actual, el de la propiedad como generador de una “renta”.

No tenemos certeza de poder lograr la emancipación humana…, por lo menos no a corto plazo. Sin embargo, la defensa y recuperación de los bienes comunes constituye una de las líneas de avanzada en la lucha continua por el territorio de
la democracia sustantiva y la ciudadanía. En el proceso, puede esperarse que surjan nuevas formas sociales.

En función de lo que ya existe, y más allá de las generalidad del modelo “mainstream”, una cosa importante por hacer por parte de los músicos y todos los actores que son parte de la “industria musical”, es un análisis concreto de los ingresos y flujos económicos que se generan en las diferentes tramas de la industria musical. Con esta base analítica y metológica va a ser más factible poder hacer una suerte de replanteo normativo o legislativo de la cuestión, teniendo en cuenta la necesidad de crear un ecosistema integral de la música, y no buscando sacar la mayor renta posible sin tener en cuenta la repercusión en los otros actores. Y esto lo digo en relación a las majors de la industria y determinadas sociedades de gestión colectiva, pero también a nuevos actores que se metieron en el campo musical como las empresas operadoras de telecomunicaciones o poderosos sitios web como Google o Facebook.

El principal obstáculo es que gran parte de la información no es pública, y por lo tanto se complica elaborar un replanteo integral. Si se pudieran utilizar los datos concretos para exigir que la distribución de los ingresos sea transparente y equitativa, las reformas normativas que se podrían proponer permitirían asegurar una mejor vida a los músicos. Pero si vos no accedés a toda esa data, se complica mucho más. Hay que pensar en cómo avanzar proponiendo un cambio al estilo de lo que hizo Fundación Vía Libre junto con otras organizaciones con respecto al derecho de autor, los puntos concretos que plantearon.

Pillku: Además de comunidad libre, se definen como “colaborativa”. Este modelo se ve claramente no sólo en la forma de hacer música de los que participan en la plataforma, sino en el modo de funcionamiento de RedPanal. ¿Por qué eligieron este modelo de gestión?

El tema de abrir RedPanal y horizontalizarlo tiene que ver con un análisis previo de cómo funciona llevar a acción la potencia del proyecto. Las opciones eran: te apoyás en el Estado, o en el mercado, o en los que te siguen. La sociedad civil, la voluntad organizada, la comunidad. Como quieran llamarlo. Más allá de lo ideológico, y nuestra decisión clara de ser un actor independiente, que se plantee su propio desarrollo en función de sus propias características, en Argentina, particularmente, tanto el mercado como el Estado son muy fluctuantes. Es difícil pensar un proyecto a largo plazo sostenido en alguno de estos dos actores. Además de eso, muchas veces son refractarios en relación a la gente que participa de RedPanal, como tantos otros proyectos alternativos. Hay historia para que sea así, claro.

La decisión de abrir todo y jugarnos por la participación tiene que ver principalmente con eso: no nos sentimos identificados con otra forma de gestionar RedPanal. Me parece que la experiencia que estamos teniendo, sobretodo este año en que profundizamos radicalmente esta forma de funcionamiento, está siendo alucinante. Cada vez se suma más gente, con mucha voluntad, pero también con mucho conocimiento de muchas disciplinas diferentes: música, desarrollo, diseño de interacción, gráfico, educación. El formato de trabajo en red nos da frutos, utilizando Internet de forma permanente, tanto para proponer cosas como para producirlas. Sabiendo que tanta gente está conectada y utiliza principalmente estas herramientas para su vida cotidiana, creo que la mejor forma de aprovechar y de convocar voluntades es por esos mismos medios.

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