Ya eres millones
Angélica Schenerock
Que suene el ilé y todos los tambores y atabaques
En estos días de parálisis y dolor, invoqué a mis diosas. Soy hija de Oxum, diosa protectora de los ríos y de las cascadas, del oro y minerales y también de las riquezas espirituales.
¡Cuánto me llenó el alma recordarme de Oxum! Entre tantas historias sobre la diosa, una me silenció al recordar. Dice más o menos así:
Cuando los orishas vivían en Ile Ifé, ellos realizaban reuniones en las cuales las mujeres orishas no podían participar. Oxum no estaba conforme con esta exclusión, de modo que secó todos los ríos y las fuentes de agua, tornando la tierra improductiva. Los demás orishas buscaron a Olodumaré y le reclamaron que todo estaba muriéndose. Olodumaré les explicó que sin la presencia de Oxum y su poder sobre las aguas dulces, nada funcionaría. Así que los orishas se disculparon con Oxum y le insistieron que participara de las deliberaciones y toma de decisiones. Y los ríos empezaron a correr, el oro brilló y la tierra volvió a florecer.
Quizás Berta sea otra hija de Oxum, o la personificación del arquetipo. Sus luchas en contra de los proyectos de muerte de este sistema capitalista patriarcal, este sistema que mata y contamina los ríos, este sistema que saquea las entrañas de la tierra, este sistema que sacrifica mujeres, pueblos y culturas en el altar del dinero – esta lucha es más que una lucha. Es el grito de la Vida.
Sólo así podemos comprender el pasmo profundo que tantas personas hemos sentido con su partida a Aruanda.
Despertemos, humanidad, ¡despertemos! Ya no hay tiempo
Berta era una profetiza, y al perderla nos sentimos sin orientación. Asombrados. Desamparadas. Sin saber por dónde tirar. O poner. O caminar. Tan triste fue, y más tan cerca de su cumpleaños. Sí, duele mucho. Poco a poco, con todos los mensajes de su lucha, sus frases que rebotaron en todos los medios, redes sociales, periódicos, boletines, en la radio, en la tele, en la compu… Berta llegó a todas las casas, todos los corazones y todas las voces repitieron su voz, su grito. Y así, como que de a poquito, me fue levantando.
Somos millones, millares en la lucha antisistémica. Al lado de la pesadilla, están los sueños
Con Berta somos millones. El terror capitalista y sus sicarios no lograron detener a Berta. Sí duele su partida, sí da miedo ver cómo el sistema nos quiere barrer de la faz de la tierra y luego barrer la tierra también. Quién sabe cómo vivirían y qué harían con tantas muertes y desolaciones, pero su destino de Midas no nos interesa, es sólo un reflejo más de su desespero por estar colapsando.
La vida de Berta se multiplicó como agua de río cuando recibe afluentes. La lucha se hace más fuerte. Berta corre en nuestra sangre, nuestros ojos están llenos de su mirada, nuestros pies siguen sus pasos y su voz sale en nuestras consignas. Y así seguimos caminando, alzando voces, uniendo esfuerzos, creatividades y rebeldías; haciendo, aconteciendo, pariendo sueños, trabajando luchas, levantando la cabeza, marchando juntas y juntos, pisando firme. Que se escuchen nuestros pasos. Hemos despertado, y sabemos que ya no hay tiempo.
Son muchos, tantos tus legados, Berta. Sé que nos miras desde lejos.