Lo pequeño sigue siendo hermoso
Angélica Schenerock
En todo el libro, Schumacher nos recuerda la intrínseca relación (y dependencia) de los seres humanos con la naturaleza, nos invita a valorar lo pequeño y lo local y, principalmente, propone una ética económica que toma en cuenta las dimensiones espirituales y estéticas de la vida humana, además de las necesidades materiales. En sus palabras: “El trabajo principal para nuestra especie en este momento de la historia es un trabajo en cuanto a nosotros y nosotras mismas. No es posible hoy en día creer que una reforma política o económica, un descubrimiento científico nuevo, o un proceso tecnológico pueden resolver los problemas de vida o muerte de nuestra sociedad industrial. Sus raíces están enraizadas demasiado profundo dentro del corazón y el alma misma de cada uno/a de nosotros/as. Es allí donde el trabajo principal tiene que comenzar.”
¿En qué se inspiraba Schumacher? El texto en su contexto
La década de 1960 fue realmente una década de transformaciones, de rupturas y cuestionamientos con lo formalmente establecido, de construcción crítica, de liberación y ampliación de horizontes. Años de efervescencia musical, de movimientos sociales, de conscientización de los pobres, de educación popular, de marchas, de revoluciones, de feminismos, de tecnologías y de la primera foto del planeta tierra desde la luna. Fue una década de muchos “darse cuenta” sobre la belleza, la fuerza, la fragilidad y fugacidad de la vida, tanto humana como no humana.
En este contexto, en 1962 Rachel Carson publica Primavera Silenciosa, donde por primera vez se alerta sobre el peligro de los pesticidas y de la contaminación industrial en el medio ambiente (la misma época en que la Monsanto producía un herbicida conocido como agente naranja, usado en la guerra de Vietnam). En 1969 surge Amigos de la Tierra, que hasta hoy lucha por la sostenibilidad ambiental e impulsa acciones políticas en materia de agricultura, alimentación, energía, cambio climático y otras.
También a finales de la década, en 1968, se funda una ONG llamada Club de Roma. Para poder informar a la población e incidir en las políticas mundiales, el Club encargó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) un informe llamado Los límites del crecimiento. El primer informe fue publicado en 1972, bajo la dirección de la biofísica y científica ambiental Donella Meadows. En su primera edición, el informe concluye diciendo que “si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años”.
En 1971 surge Greenpeace, y en 1972, dos discípulas de Gandhi, Mira y Sarala Bhen, fundaron el Movimiento Chipko, que en hindi significa abrazar. Este movimiento, liderado por mujeres indias campesinas, empezó con la defensa pacífica, no-violenta de los bosques: las mujeres literalmente abrazaban los árboles, protegiéndolos. También en la década de los 70 surge de manera formal el ecofeminismo.
No solamente había una intensa preocupación con el dominio y saqueo de la naturaleza, la contaminación y el creciente consumismo, sino que también de muchas críticas al llamado modelo de desarrollo, que históricamente tiene sus orígenes en la idea de que la pobreza sólo podría ser superada por medio de la modernización y el crecimiento económico.
Publicado en 1973, Lo pequeño es hermoso: economía como si la gente importara, se inserta en este movimiento de cuestionamiento del sistema económico mundial y de defensa de la naturaleza, así como de una concienzuda crítica al valor dado al crecimiento económico por encima de la vida humana. La propuesta de Schumacher, por lo tanto, es la de orientar la economía al servicio de la humanidad, y eso sólo es posible al reconocer nuestra indiscutible dependencia de la naturaleza.
Los argumentos de Schumacher se orientan hacia una “economía de la permanencia” que a su vez se sostiene en tres pilares: el primero, es la posibilidad de la satisfacción de las necesidades humanas, que al fin de cuentas, son pocas y sencillas; el segundo es el crecimiento limitado – por el hecho de que el planeta es limitado; y el tercero radica en la transformación de nuestra manera de pensar y actuar una orientación ética de la economía.
A continuación, presento algunas citas del libro que dan cuenta de estos argumentos, y en las cuales podemos ver la actualidad que aún mantiene.
1. La Tierra tiene lo suficiente para cubrir las necesidades de todos, pero no para satisfacer la codicia de unos pocos (Ghandi)
Schumacher es reconocido por ser uno de los primeros economistas occidentales que ha compartido los principios de la economía budista. Esta propuesta económica tiene en cuenta las limitaciones y necesidades humanas y propone el control sobre el deseo de querer siempre más. Su propósito es el de alcanzar un verdadero desarrollo del ser humano en sus dimensiones físicas, materiales, sociales y también espirituales.
“La tecnología de la producción masiva es inherentemente violenta, ecológicamente dañina, autodestructiva en términos de recursos no renovables y embrutecedora para la persona humana.” E. F. Schumacher
La idea de desarrollo surgió a finales de la década de 1950 e inicios de la de 1960, cuando los Estados Unidos e Inglaterra, principalmente, empezaron a dividir el mundo entre los que eran desarrollados, ricos, tecnologizados (ellos) y los países subdesarrollados, que eran vistos como pobres y atrasados (los países de América Latina, Asia y África). El “desarrollo” siempre se refiere a “más”: más aparatos, más inversiones, más infraestructura, más producción, más consumo… El desarrollo también tiene que ver con el “progreso”, y el llamado progreso consiste en carreteras, represas, luz eléctrica… Sin energía no se puede mover todos los aparatos que llevan al “desarrollo”… Se trata de un modelo basado en el “gigantismo”.
En lo que sigue, presento algunas de las opiniones de Schumacher sobre el desarrollo tecnológico.
“Todavía es pertinente preguntar si la ‘modernización’, como se la practica corrientemente, sin ningún tipo de consideración por los valores religiosos y espirituales, produce realmente resultados positivos. En lo que respecta a las masas, los resultados resultan ser desastrosos: la destrucción de la economía rural, la ola creciente de desempleo en la ciudad y el campo y el crecimiento constante de un proletariado ciudadano que padece hambre física y espiritual”.
“No puede haber ninguna duda de que los ‘principios’ fundamentales de la agricultura y de la industria, lejos de ser compatibles el uno con el otro, están en contradicción (…) Sigue siendo verdad, sin embargo, que la agricultura es lo más importante, mientras que la industria es lo secundario, lo que significa que la vida humana puede continuar sin la industria, mientras que no podría hacerlo sin la agricultura”.
“No hay nada en la experiencia de los últimos veinticinco años para sugerir que la tecnología moderna, tal como la conocemos, realmente nos puede ayudar a aliviar la pobreza en el mundo, por no mencionar el problema del desempleo (…) ¿Podemos desarrollar una tecnología que realmente nos ayude a resolver nuestros problemas, una tecnología con un rostro humano?”
“El caso de la esperanza se basa en el hecho de que la gente común, a menudo puede tener una visión mucho más amplia y más ‘humanista’ de la que normalmente es adoptada por los ‘expertos’”.
“El sistema de producción por las masas moviliza los recursos inapreciables que poseen todos los seres humanos, sus cerebros inteligentes y sus manos habilidosas y los apoya con herramientas de primera clase. La tecnología de la producción masiva es inherentemente violenta, ecológicamente dañina, autodestructiva en términos de recursos no renovables y embrutecedora para la persona humana. La tecnología de la producción por las masas, haciendo uso de lo mejor del conocimiento y experiencia modernos, conduce a la descentralización, es compatible con las leyes de la ecología, es cuidadosa en su uso de los recursos escasos y se adapta para servir a la persona humana en lugar de hacerla sirviente de las máquinas.”
2. Una invitación a recordar quiénes somos y de dónde venimos
Los seres humanos formamos parte de un solo cuerpo viviente: la tierra, desde la cual venimos y hacia la cual regresaremos. No somos “dueños del universo” sino parte de todas las formas de vida existentes – este es el principal postulado del ecofeminismo. El ecofeminismo concibe al sistema patriarcal como un sistema jerárquico, dualista, en donde se expresa el “poder sobre”- sobre la naturaleza, sobre la mujer, sobre otras culturas. Este tipo de ejercicio del poder no sólo oprime a la mujer y daña al ambiente, sino que está llevando al ecocidio y nuestros suicidio como especie. No somos seres separadas y separados de los demás, formamos un solo tejido con toda la vida que habita este planeta tan hermoso; nuestros cuerpos están compuestos de elementos que nacieron en el comienzo del espacio y tiempo hace 15 mil millones de año atrás. Somos literalmente polvo cósmico contemplando las estrellas.
“El termino “ecofeminismo” es una palabra para nombrar una sabiduría muy antigua, una sabiduría que duerme dentro de nuestros huesos: somos una/uno con la naturaleza. Los malestares y crisis que vivimos son el resultado de que nos hemos olvidado que somos parte de – y no algo ajeno a – la evolución cósmica.” Mary Judith Ress
A seguir, presento algunas citas que dan cuenta de la perspectiva de Schumacher sobre la olvidada relación entre seres humanos y naturaleza.
“El ser humano no se siente parte de la naturaleza sino más bien como una fuerza externa destinada a dominarla y conquistarla. Aún habla de una batalla contra la naturaleza olvidándose que, en el caso de ganar, se encontraría en el bando perdedor”.
“El capital proporcionado por la Naturaleza es mucho más importante que el aportado por el ser humano. Y nosotros no reconocemos este hecho”.
“Todavía tenemos que aprender a vivir en paz no sólo con nuestros vecinos sino también con la naturaleza y sobre todo con los Altos Poderes que han creado la Naturaleza y a nosotros mismos, porque sin duda, nosotros no hemos aparecido por accidente, ni tampoco nos hemos creado a nosotros mismos” (p. 20).
“Los economistas ignoran sistemáticamente la dependencia que tiene el ser humano con el mundo natural.”
“En su entusiasmo por el desarrollo de sus poderes científicos y técnicos, el ser humano moderno ha construido un sistema de producción que viola la naturaleza, y un tipo de sociedad que mutila al ser humano.”
3. El capitalismo y su modelo desarrollista, no sólo ha contaminado nuestros suelos y aguas, sino también nuestras almas:
“Las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20% de la humanidad comete el 80% de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio, y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables.” Eduardo Galeano.
Tal como lo hemos vivido, el crecimiento económico se refiere a una mayor producción de bienes y servicios, sin tomar en cuenta la manera en que éstos se distribuyen. Tampoco analiza los efectos que tienen la producción, distribución y consumo sobre el bienestar colectivo e individual, ni en el presente ni en el futuro. Casi todos los economistas, así como toda la gente, asumen a priori que el crecimiento económico es beneficioso y deseable para todos. Gran mentira.
Necesitamos cuestionar la economía oficial y sus dogmas, su lenguaje y sus supuestas verdades. Gracias a su lenguaje persuasivo, hemos creído que el crecimiento económico y la riqueza material es el camino seguro hacia la felicidad y el bienestar. De hecho, según la ideología del progreso, el desarrollo de los países (y de sus gentes) se consigue mediante la adquisición progresiva de múltiples objetos y artefactos que proporcionaran satisfacción momentánea a las siempre crecientes e infinitas necesidades humanas. Pero los seres humanos somos finitos, y como tales, en realidad necesitamos de muy poco. ¿Qué nos dice Schumacher sobre eso? La respuesta está en las siguientes citas del libro Lo pequeño es hermoso:
“No nos interesa para nada la conservación y estamos maximizando en lugar de minimizar el ritmo del consumo. Estamos lejos de interesarnos en estudiar las posibilidades de métodos alternativos de producción y de formas de vida, a fin de poder salir de la pendiente por la que nos deslizamos a una velocidad cada vez mayor”.
“Dónde está la sociedad rica que dice: ¡Alto!, ya tenemos lo suficiente? No hay ninguna. (…) Es bien sabido que los ‘ricos’ están en vías de agotar para siempre la dotación de combustibles relativamente simples y baratos. Es su continuo crecimiento económico el que produce más exorbitantes demandas, con el resultado de que los combustibles baratos y simples en existencia podían convertirse fácilmente en escasos y más caros mucho antes de que los países pobres hayan adquirido la riqueza, educación sofisticación industrial y acumulación de capital necesarios para la aplicación de combustibles alternativos en una escala significativa”.
“En muchos lugares en el mundo de hoy los pobres son cada vez más pobres, mientras que los ricos son cada vez más ricos, y los procesos establecidos de la ayuda exterior y de la planificación del desarrollo parecen ser incapaces de superar esta tendencia.”
“La economía moderna se mueve por una locura de insaciable ambición y se deleita en una orgía de envidia, siendo éstos no meramente hechos accidentales, sino las causas últimas de su éxito expansionista.” E. F. Schumacher
“El Producto Nacional Bruto puede crecer rápidamente, tal como lo miden los estadísticos, pero no supone bienestar para la gente, que se encuentra oprimida por la creciente frustración, alienación, inseguridad, etc.”
“La salud, la belleza y la permanencia son consideradas como temas poco respetables para ser discutidos y esto no es sino otro ejemplo de la falta de consideración por los valores humanos (lo que significa una falta de consideración por el ser humano mismo) que inevitablemente es consecuencia de la idolatría del economismo”.
“Las máquinas cada vez más grandes, implican cada vez mayores concentraciones de poder económico y un ejercicio de la violencia cada vez mayor contra el medio ambiente; no representan un progreso: son una negación de la sabiduría. La sabiduría exige una nueva orientación de la ciencia y la tecnología hacia lo orgánico, lo amable, la no violencia, la elegancia y lo hermoso. “
4. Hay sabiduría en la pequeñez: propuestas para soñar, para actuar y vivir bien
Lo pequeño es hermoso: economía como si la gente importara, presenta algunas pistas para una forma de economía a escala humana y local. Se trata de una propuesta que realmente es cuestionadora del modelo de desarrollo neoliberal y tecnológico. A continuación están sus palabras sobre la importancia de valorar lo local y lo pequeño, simplemente porque este es hermoso, sabio, posible y realmente viable.
“La producción a partir de recursos locales para cubrir las necesidades locales es la forma más racional de vida económica.”
“En agricultura y horticultura podemos interesarnos en el perfeccionamiento de métodos de fertilidad del suelo y en producir salud, belleza y solidez. Entonces, la productividad se cuidará a sí misma. En la industria podemos interesarnos en la evolución de la tecnología de pequeña escala, relativamente no violenta, ‘tecnología con rostro humano’, de modo que la gente tenga oportunidad de disfrutar mientras trabaja, en lugar de trabajar sólo para recibir el sobre con su salario y esperar el momento del esparcimiento para poder disfrutar, esto último no siempre con mucha convicción, por otra parte. En la industria, también, porque sin duda la industria es una suerte de marca-pasos de la vida moderna, podemos interesarnos en nuevas formas de asociación entre administración y trabajadores, inclusive en nuevas formas de propiedad común.”
“La economía de la permanencia implica un profundo cambio en la orientación de la ciencia y la tecnología. Estas tienen que abrir sus puertas a la sabiduría.”
“Las operaciones de pequeña escala, no importa cuán numerosas, son siempre menos propensas a causar daño en el medio ambiente que las de gran escala, simplemente porque su fuerza individual es pequeña en relación con las fuerzas de recuperación de la naturaleza. Hay sabiduría en la pequeñez, si tenemos en cuenta lo pequeño y limitado que es el conocimiento humano, que parte mucho más del experimento que de la comprensión global. El mayor peligro invariablemente surge de la aplicación despiadada, a gran escala, del conocimiento parcial, tal como lo estamos presenciando en la aplicación de la energía nuclear, de la nueva química en la agricultura, de la tecnología de transporte y en un sinnúmero de otras cosas.”
“Mientras muchos teóricos (quienes pueden no estar muy estrechamente relacionados con la vida real) todavía siguen ocupados con la idolatría del gran tamaño; con la gente práctica del mundo actual ocurre que hay una tremenda añoranza y ansiedad de beneficiarse, si eso es posible, de la convivencia, humanidad y comodidad de lo pequeño.”
“La mayoría de las poblaciones agrícolas serían inmensamente ayudadas si pudieran, ellas mimas, desarrollar las primeras etapas de procesamiento de sus productos.”
“La idea de tecnología intermedia no implica una “vuelta atrás” en la historia o a los métodos ya obsoletos (…). Con demasiada frecuencia se asume que el logro de la ciencia occidental, pura y aplicada, se encuentra principalmente en los aparatos y máquinas que se han desarrollado a partir de ella, y que un rechazo de la aparatos y máquinas equivaldría a un rechazo de la ciencia. Esta es una visión demasiado superficial. El verdadero logro radica en la acumulación de conocimiento preciso y este conocimiento se puede aplicar a una gran variedad de formas, de las cuales la aplicación actual en la industria moderna es sólo una.”
“Partimos todavía de una premisa equivocada: el crecimiento infinito en un planeta ‘finito’… Y eso nos está llevando a un crecimiento suicida que está provocando crisis tras crisis. La alternativa, en mi opinión, es un crecimiento ‘inteligente’, que asuma que los recursos son limitados y que tenga en cuenta la regeneración del planeta.”
“El valor último depende del fin al que servimos. Aún podemos encontrarlo en la tradicional sabiduría de la humanidad.”