Los riesgos de controlar Internet
Beatriz Busaniche
Entre los días 3 y 14 de diciembre, los múltiples interesados en los temas vinculados a regulaciones de Internet miramos hacia Dubai, a la Conferencia Internacional de Telecomunicaciones (WCIT) organizada por la UIT. El encuentro tiene como objetivo la actualización de las ITRs, es decir, las regulaciones internacionales de telecomunicaciones, un documento que data de 1988 y requiere ciertos ajustes. Desde que la UIT actuó como anfitriona de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en Ginebra, se sabe que el organismo y muchos de sus países miembros tienen vocación de más protagonismo en las regulaciones de Internet, y WCIT se presenta ahora como la oportunidad tan largamente esperada. Algunos países, en particular los países árabes, Rusia y China operan en la UIT para que las nuevas regulaciones incluyan aspectos claves que podrían cambiar profundamente la Internet como la conocemos.
Los 193 países miembros de la UIT tienen entre sus manos un trabajo de ardua negociación ya que, a decir del Secretario General del organismo, cualquier resultado de la conferencia de Dubai debe surgir del más estricto consenso. Además de los estados miembro, la UIT recibió más de 700 propuestas de diferentes sectores, incluyendo el sector privado y la sociedad civil. Por lo preocupante, se destaca entre ellas la propuesta de la asociación que nuclea a las empresas de operadores de telecomunicaciones europeos, “ETNO”:http://files.wcitleaks.org/public/ETNO%20C109.pdf, que propone replicar los principios regulatorios de las telecomunicaciones clásicas al consumo y transferencia de información en Internet.
Uno de los aspectos más criticados del proceso hacia la WCIT ha sido la falta de transparencia y la imposibilidad de participación de los múltiples sectores involucrados.
Hay miradas diversas sobre lo que pase en estos días en Dubai. Algunos estiman que el logro de consensos sobre tantos puntos conflictivos será muy difícil y por lo tanto afirman que no hay nada de qué preocuparse. Sin embargo, tanto el proceso general de trabajo de la UIT, como los contenidos de algunas de las posiciones de países, como el borrador propuesto para las nuevas ITRs contradicen esa idea de que no hay nada que temer.
En primer lugar, uno de los aspectos más criticados del proceso hacia la WCIT ha sido la falta de transparencia y la imposibilidad de participación de los múltiples sectores involucrados. Ocurre que desde la CMSI y la conformación del Internet Governance Forum, así como en los procesos de creación y modificación de los estándares técnicos de internet, incluyendo el trabajo en el IETF entre otros, la comunidad ha sido siempre exigente en materia de acceso a información y apertura a la participación, en diferentes modalidades y con ventajas y desventajas diversas. En este contexto, el secretismo y falta de apertura de la UIT no hace más que sumar motivos para la preocupación. Es más, muchos países, incluyendo prácticamente todos los de la región, no sólo no discutieron públicamente las posiciones que llevarían a WCIT sino que ni siquiera explicaron cuáles son los lineamientos esenciales que trabajarán allí. Para los actores de organismos no gubernamentales que seguimos estos temas, la dificultad para conseguir información ha sido enorme y en gran medida, lo poco que circula ha sido fruto de filtraciones de delegaciones participantes. Aún así, detrás de una críptica terminología técnica, el borrador de ITRs permite vislumbrar cuestiones preocupantes.
Muchos países, incluyendo prácticamente todos los de la región, no sólo no discutieron públicamente las posiciones que llevarían a WCIT sino que ni siquiera explicaron cuáles son los lineamientos esenciales que trabajarán allí.
Uno de los puntos más conflictivos tiene que ver con la posibilidad de que los países tomen más control sobre la capa de contenidos de Internet. Con el argumento de la ciberseguridad, ciberdelitos, fraude y la lucha contra el correo no deseado (spam), habilita a los Estados a tener injerencia directa en los contenidos que circulan en la red, legitimando posibles estrategias de control basados en cuestiones de ciberseguridad.
Otro punto crítico es la extensión del alcance de la regulación a actores que hasta ahora no están alcanzados por el marco de la UIT. Con la redacción actual del borrador, el mandato de las ITRs alcanzaría a pequeñas empresas proveedoras de servicios de Internet, proveedores de contenidos entre otros. Por otro lado, incluye principios vinculados con la Calidad de Servicio. En uno de sus articulos suprime literalmente la posibilidad de que un país haga mandatoria la neutralidad de la red, al especificar que ningún Estado fijará normativa que impida los acuerdos comerciales de calidad de servicio (véase draft ITRs art. 4.7).
Entre todas estas cuestiones, también introduce la posibilidad de que se trasladen principios clásicos de telecomunicaciones como “el que llama paga” al tráfico de Internet, quebrando de plano los aspectos más esenciales de la construcción y sostenimiento de la red.
Principios importantes como la transparencia, la libertad de expresión en Internet, el anonimato y la neutralidad de la red están sobre la mesa y en riesgo en una negociación compleja, oculta tras ardua terminología técnica y en la cual las organizaciones que habitualmente participamos y damos seguimiento a temas de Internet tenemos prácticamente vedada la participación.
Para más información, algunas organizaciones tanto académicas como ONGs han hecho públicos una serie de recursos disponibles en la red. Entre ellas, recomendamos la lectura del Background Paper de Carolina Aguerre, para la Universidad de San Andrés, asi como las campañas y recursos de LACNIC, Mozilla y Accessnow.
SOBRE LA AUTORA. Beatriz Busaniche es secretaria de la Fundación Vía Libre. Líder Pública de Creative Commons en la Argentina. Docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Y magíster en propiedad intelectual por FLACSO Argentina.