Subversiones y rebeldías en el ciberespacio

Angélica Schenerock

Pero hoy por hoy tenemos también la posibilidad de hacerlo en la red, en blogs, revistas, Twitter, Facebook… pues obvio ahí también está el patriarcado, el machismo y la misoginia, descaradamente aunque intente disfrazarse, tanto con sus viejas como con sus remozadas caras e interfaces.

Llamen como se llamen: ciberfeminismo, tecnofeminismo, ciborgfeminismo o technoqueer, género y tecnología, mujeres y TIC, lo importante —sin desconsiderar las teorías y argumentos de cada corriente— es que las feministas estamos usando internet como medio para visibilizar nuestras demandas, nuestras luchas, nuestro pensamiento, nuestra crítica, nuestras irreverencias, nuestras rebeldías en contra del patriarcado y sus mecanismos de exclusión, violencia y subordinación de las mujeres.

Machirulos: TENED CUIDADO. A pesar de la censura y el troleo, aquí seguimos: dinamitando el heteropatriarcado con carcajadas gamberras y mu poca vergüenza.

Y sí, sabemos que las palabras, pensamientos y creatividades que rolamos y subimos en la Red no llegan a toda la gente, claro está, pues además de la monumental brecha digital de la que mucho se habla y poco se hace para eliminar, la desvinculación entre los feminismos sigue existiendo y existirá, pues las mujeres somos diversas, con diferentes intereses, posibilidades, capacidades, diferentes grados de inclusión y exclusión, unas más otras menos colonizadas, cada una con su cuota de subversión construida y sumisión impuesta.

La brecha digital tiene proporciones abismales: en el mes de marzo de 2015, por medio de la ONU nos enteramos que 200 millones menos de mujeres que hombres tienen acceso a internet. 200 millones es muchísima gente. Con respecto a telefonía móvil, somos 300 millones menos de mujeres que hombres.

Estas cifras revelan que el activismo en red es aún muy pequeño y requiere de mucho trabajo y obviamente voluntad política – que siempre brilla por ausencias. Pese ello, ahí está internet, que aún siendo para unas pocas y se presente como una nueva arena de poderes, tiene un innegable potencial para que nuestras rebeldías y activismos lleguen a los cuatro vientos.

El activismo de las mujeres en la red ha sido duramente criticado por su falta de intencionalidad política, por carecer de un corpus teórico avalado por la prestigiosa academia clasista patriarcal, o quizás de una síntesis popular reconocida por grandes activistas. Bueno, hay de todo. Aunque también es cierto que el corpus teórico feminista políticamente posicionado y generado en la academia o en el activismo, tiene su sesgo excluyente y clasista, y a pesar de toda su riqueza no ha tenido el poder de mover una sola coma del patriarcado, que sigue ahí colonizando nuestra vida y decidiendo nuestra muerte.

De cuestionar, denunciar, subvertir y visibilizar se trata, y si podemos partir de los posicionamientos políticos feministas mejor, pues tomar en cuenta nuestra genealogía de mujeres que piensan y actúan subversivamente nos hace más fuertes, pues estaremos en los hombros de unas gigantas. Y eso hacen muchas mujeres y más aún muchas feministas que en internet denuncian el sexismo, las violencias, acosos, injusticias, sugieren y divulgan pensamientos y prácticas que fortalecen, animan y empoderan a las mujeres. Visibilizan sus acciones, sus marchas y los resultados de sus mítines. Hacen campañas, recolectan firmas, cuestionan gobiernos y desgobiernos, haciendo de lo virtual un espacio de pensares y de actuancias políticas.

Decir que ‘el feminismo es la lucha del día a día por la igualdad de hombres y mujeres’ es ser un antiguo y no tener ni idea de los feminismos que se mueven, remueven, conmueven, trabajan y practican en el contexto actual de los movimientos sociales anarquistas y/o radicales. Lo que creemos es que los feminismos son la lucha del día a día por dinamitar el heteropatriarcado en todas sus formas.

Las bloggeras y no tan bloggeras nos inspiran con sus textos de denuncias, de propuestas, textos cuestionadores del desastre patriarcal en sus mentiras que se disfrazan de verdades para nuestra sumisión. Hay textos sobre todo, en especial sobre identidades, cuerpos, sexualidad, trabajo, política, ecología, relaciones sexoafectivas. Hablan sobre el amor y la guerra, recordándonos que el ciberespacio conjuga varios ámbitos: el personal, lo político, lo íntimo, lo privado y lo público – y que en todos estos ámbitos las mujeres tenemos que liberarnos, desde una libertad no condicionada por el patriarcado.

No podemos ignorar que de manera irreverente, creativa y contundente, por medio de las tecnologías las mujeres están cuestionando el heteropatriarcado racista, clasista y misógino por medio de los deliciosos memes! Sí, los memes, y más los feministas, dan respuestas rápidas y políticamente situadas a los discursos, prácticas y pensamientos machistas, y tienen el poder de sacudirnos del sopor, del letargo de hablar de lo mismo con las mismas palabras que ya no nos tocan, que ya no nos producen “ajás”, que ya no nos asombran. Bienvenido el contraataque de los Memes Feministas.

El acceso a internet nos invita a la creatividad, la originalidad, al aprendizaje constante, a rupturas con nuestra forma “analógica” de pensar los problemas sociales, de analizar nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos, de trabajar y de expresarnos. Internet nos interpela a luchar por la ciudadanía digital al mismo tiempo que luchamos por la ciudadanía política y por todos nuestros derechos: sociales, económicos, culturales, ambientales y digitales. Con internet podemos fortalecer nuestro activismo en un ir y venir entre la calle y el ciberespacio, de modo que nuestra voz llegue a más personas, y que nuestras rebeldías inspiren a otras tantas.

Internet es una herramienta estupenda, pero no es el lugar donde tiene que llevarse a cabo la revolución. La revolución no está en la Web, está en la calle. Internet se puede utilizar para facilitar la información y la documentación que la gente necesita para formase y a apoyar la lucha callejera, pero la protesta sólo en Web no tiene potencia.

La complementariedad de ambos espacios es indiscutible para seguir construyendo y ejerciendo la rebeldía feminista, que nos lleva a cuestionar el mundo y las relaciones, a renovar ideas, a cambiar los deseos y generar nuevas pautas teóricas, políticas, prácticas, personales y colectivas que nos sostengan. La rebeldía y la resistencia conducen a las mujeres a hacer la crítica al mundo en que viven. Las ideas, los deseos resignificados, iluminados por mujeres con nuevas aspiraciones y saberes, ideas y perspectivas, son la base de la crítica teórica, ideológica, práctica, personal y colectiva que ha cambiado en la práctica social a las sociedades modernas.

Internet genera conexiones, información y comunicación entre las personas y nuestros mensajes. No obstante, las reconfiguraciones del poder social, cultural, político y económico que se dan a partir de internet siguen reproduciendo las exclusiones, ya que el acceso y uso de la red se dan en contextos marcadamente desiguales con respecto a los cuerpos, al sexo, a la raza, la etnia, la economía, la clase social y nivel educativo.

El acceso y uso crítico de internet está reservado a unas muy pocas mujeres y, entre ellas, poquísimas feministas, que la aprovechamos para entretejer nuestros discursos y estrategias de desmoronar los esencialismos y fundamentalismos patriarcales y sus mecanismos de dominio, de control y despojo. Por medio de Internet las mujeres podemos empezar a romper con el aprendizaje genérico de una feminidad marcada por el impedimento emocional e intelectual de ejercer la inalienable capacidad humana de pensar autónomamente, de ser creativas, forjadoras de ideas y deseos propios – y no consumidoras o repetidoras de ideas y deseos ajenos. Y eso es poder, el poder de ser.

Si existe un movimiento subversivo con posibilidades de cuestionar los poderes patriarcales, éste es el feminismo, cuyo proyecto político —que hoy se amplia a las tecnologías— supera histórica, teórica y práctica a cualquier otro movimiento social. Y desde internet, las mujeres están construyendo un contra-poder que amplia las categorías y teorías feministas (sistema sexo-género, identidad, colonialidad, sexualidad, individualidad, trabajo y conocimiento) y las une a la informática y que parten de una reapropiación de las epistemologías feministas como conocimientos situados. El potencial de este contra-poder estriba en que las producciones feministas en Internet tienen un notorio compromiso político con los cambios sociales – que para nosotras significa el desmontaje, la destrucción del patriarcado.

@AguayAmbiente

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