El día que las vacas vuelan, llegó

Iris Fernández y Luis Herrera

El Software Libre enseña una manera de explorar y compartir, capaz de transformar la realidad

Mi nombre es Luis Herrera (Luchio) , y soy uno de los generadores de contenidos en Comunidad Huayra. Conocí el Software Libre en una capacitación de armado y reparación con Windows! hace unos 5 – 6 años. Me acuerdo que en un principio lo que me atrajo fue su lógica de construcción colectiva, sin estar sujeta a leyes internacionales de mercado, de a poco fui descubriendo su filosofía, sus libertades.

Su existencia casi imperceptible para la sociedad me sacudió la cabeza, y me propuse devolver trabajando y aportando lo que pueda en mis tiempos libres. Para que el SL no subsista en las sombras comprendí que hace falta involucrarse, militarlo, hay que acercárselo a la gente, porque el SL enseña una manera de explorar y compartir que es capaz de transformar la realidad y romper paradigmas instalados por corporaciones multinacionales como Apple y Microsoft a través de sus sistemas tan perversos y conocidos como el sistema del cual se sujetan, el capitalismo.

Por mas que ya en un párrafo haya perdido algunos lectores, nunca pude separar, como muchos de la comunidad de SL piden que se haga, “no mezclar SL y Política o con modelos socio-económicos“. Creo que justamente de lo que se trata es de relacionarlos, en mi caso y es un enfoque personal , así como encuentro rastros de imperialismo en Microsoft, encuentro rastros de Socialismo y Revolución en el Software Libre.

Software libre significa que el software respeta la libertad de los usuarios y la comunidad. En términos generales, los usuarios tienen la libertad de copiar, distribuir, estudiar, modificar y mejorar el software. Con estas libertades, los usuarios (tanto individualmente como en forma colectiva) controlan el programa y lo que hace.

Y así lo vivo, así busco transmitirlo, quizás no tan directamente, pero con ese fin, de despertar conciencias, y si pasa que le encuentran otro enfoque, también son libres de hacerlo.

Lo que nadie puede quitar es que ya se ganó en demostrar que existen alternativas, que se puede elegir.

Sin esa posibilidad la opción siempre seria una sola, el software privativo y esa es la batalla que hay que seguir dando, la batalla cultural del Software Libre, en eso estamos.

Hace casi justamente un año, leía una nota de la APCS (Agencia Popular de Comunicación Suramericana) que titulaba : “Argentina: Nuevo Linux Argentino en las netbook de CONECTAR IGUALDAD” , lo mas importante de la nota decía:

“El proyecto está a cargo de un equipo de profesionales del CENITAL, centro que tiene por objetivo generar y monitorear experiencias de investigación para contribuir a la soberanía nacional y apoyar la gestión de la administración pública.

“La iniciativa consiste en crear una meta-distribución de sistema operativo libre con identidad nacional, que favorezca la autonomía tecnológica y establezca estándares de seguridad y desarrollo propios. Para comenzar a poner en marcha el proyecto, el equipo trabajó con Debian, un sistema operativo completamente libre que cuenta con un sistema de control documentado y confiable, soporta múltiples arquitecturas de software y cuenta con una gran comunidad a nivel mundial.”

En aquel momento, aun no tenia nombre el proyecto, pero ya se sentía la brisa, estaba naciendo Huarache, el primer sistema operativo libre impulsado por el Estado, y quizás aquí es donde muchos pero pocos al fin buscan confundir conceptualmente Gobierno y Estado. Así que me atrevo a citar lo siguiente:
“Estado no debe confundirse con el concepto de gobierno, que sería sólo la parte generalmente encargada de llevar a cabo las funciones del Estado delegando en otras instituciones sus capacidades. El Gobierno también puede ser considerado como el conjunto de gobernantes que, temporalmente, ejercen cargos durante un período limitado dentro del conjunto del Estado.”

De ahí la sutil diferencia en decir, Huayra es el proyecto de SL del Gobierno Nacional, y Huayra es el proyecto de SL del Estado Argentino.

Comunidad Huayra sigue creciendo de la misma sinergia de los actores que se involucran, ya estando en la etapa alpha-beta de Huayra, comenzamos a encontrarnos con docentes, alumno y voluntarios, usuarios de GNU/Linux, de distintos puntos del país, que vimos en el proyecto una gran oportunidad para fortalecer la educación pública, no solo en materia de software sino también en cuestiones de fondo.

Y eso creo que es lo que más que nada nos moviliza: saber que estamos ante una posibilidad única de concentrar esfuerzos, de romper paradigmas aferrados hace siglos, de cambiar el rumbo de la educación, y no desde el código ni desde lo teórico, sino desde adentro, colectivamente, al ritmo que permita la coyuntura, porque nadie dice que será fácil, nadie desconoce que existen intereses contrapuestos, pero lo si ya nadie podrá hacer, es detener este fuerte viento que sopla.

Fuente:
http://www.apc-suramerica.net/?p=5235
http://es.wikipedia.org/wiki/Estado#cite_note-2

De cómo me involucré en un proyecto de software libre

Cuando me enteré de la existencia del software libre, no tuve una real dimensión de todo lo que el concepto implicaba. Empecé involucrándome en grupos y listas de correo vinculadas a la educación y el software libre, realizando pequeños cambios en mis hábitos al reemplazar poco a poco los programas que utilizaba por sus equivalentes libres. Mientras mi pasión por la cultura libre crecía, mi conocimiento sobre las verdaderas dimensiones de este movimiento se multiplicaba.

Se trataba de un movimiento revolucionario, que se basaba en la confianza entre las personas, en el trabajo colaborativo, en los principios que yo tanto defendí toda mi vida, prácticamente en soledad.

Por ello me fui metiendo cada vez más, creando yo misma espacios: el proyecto “Te leo un cuento” (cuentos libres para chicos invidentes), “Sembrando Libertad” (libros y textos libres para docentes), el grupo de autoformación de Moodle (un espacio para que los docentes que estén interes-a-dos en aprender a administrar sus plataformas Moodle puedan aprender con ayuda de sus pares) y otras tantas. Cuando uno crea un proyecto, convoca gente, genera vínculos, libera esa idea al ciberespacio y las cosas crecen si la comunidad se apropia, o si no, al poco tiempo desaparecen.

Mis mayores logros en este sentido fueron la historieta introductoria al primer libro del proyecto Sembrando Libertad, que fue traducida a doce idiomas, y el grupo de autoformación de Moodle, por el que pasaron miles de personas en el año 2009, cuando las vacaciones extendidas debido a la epidemia de gripe A llevó a los colegios a pensar en tener una plataforma en línea.

Durante todos estos años de crecimiento dentro de la comunidad y de no dejar de sorprenderme por lo trascendental y enorme de este movimiento, nuestras acciones siempre tenían su componente antisistema: estábamos en contra del establishment, en contra de las grandes corporaciones del software.

De pronto, un día, el gobierno empezó a distribuir netbooks a los chicos de mi país. Excelente, impresionante. Estas netbooks… ¡tenían doble booteo! Yo no lo podía creer, para mí, estábamos tocando el cielo con las manos. Otro día, alguien vinculado al gobierno de mi país empezó a mencionar el software libre. Guau. Impresionante. Impensado.

Y llegó el día en que supe que un equipo de personas – gente muy grossa que yo conocía de otros proyectos – estaba creando una distro para Conectar Igualdad. Mi capacidad de asombro ya estaba superada.

Por supuesto, quise colaborar en lo que se necesitara, estar al tanto, saber cómo iba la cosa, y tratar de contagiar en la gente el entusiasmo, difundir todo lo que se supiera para ayudar a generar el sentimiento de comunidad.

Un día Luchio Herrera publicó en un grupo en G+, un videotutorial sobre Huayra. Y ese fue el chispazo que nos hizo pensar que había llegado el momento de pensar en un espacio propio de la comunidad, donde pudiésemos enviar nuestros aportes (tutoriales, dudas, comentarios, consejos…). Así nació la Comunidad de Usuarios de Huayra.

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